Sergio Alfredo Pecorari

Sergio Alfredo Pecorari. Soldado Conscripto / Ejército. Fecha de nacimiento: 03/02/63. DNI: 14.928.932. Lugar de nacimiento y residencia: Villa Dolores

Sergio se presenta como hermano menor de seis hermanos y padre de tres hijos.
Comienza su relato diciendo “yo era de acá, del medio del campo”. Conocía Bs As porque su padre lo llevaba cuando viajaba por su trabajo. Recuerda que en el año 81, en vacaciones de Julio, viajó con una hermana al bautizo de su sobrina en el mes de julio. Al finalizar decide dejar sus estudios y quedarse a trabajar en venta de publicidad. Más tarde lo sortean para el servicio militar y regresa a Villa Dolores unos días, se va sólo en colectivo a Córdoba y de allí a Comodoro Rivadavia. Se refiere a Comodoro como “frío y ventoso”. Recuerda que cuando llegaron les cortaron el pelo, les dieron ropa de gimnasia, short corto, remera de mangas cortas y zapatillas para hacer ejercicios a las 8.30 de la mañana.
Expresa: “Éramos chicos y nos hicimos maduros allí”.
Al respecto de Malvinas dice no entender porque en el año 82 eran 16.000 los que fueron y ahora hay más de 30.000 registrados, cree que ese es un acomodo que viene de arriba. Entiende que están los que estuvieron en el continente y siente que ellos vivieron otra cosa y obtener el mismo beneficio, no tiene sentido.
Sobre el desempeño en Malvinas opina que ellos estuvieron mal preparados, que estuvo todo mal diseñado y planificado. “Fue como fue y cómo nos tocó.” Él estaba en Comodoro y era clase 63. En un principio, él no iba a ir a Malvinas porque iba a quedar de guardia en el regimiento.
Todos los días a partir del 2 de abril, iban al aeropuerto a cargar armamento y mercadería. Cuando toman las Malvinas los buzos tácticos de la marina, el ejército fue a hacer un refuerzo comenta. Que a los 10 días los dividen, que lo separan del regimiento y forman una compañía nueva con soldados de clase 62 y ellos, de 3 secciones de la 63.
Inicialmente lo designan para quedarse, pero luego lo remplazan por otro soldado de clase 62. Intuye que le habría dicho a un superior que no quería ir. Refiere que ese soldado, era un panadero y que lo llevaron a la panadería donde le hicieron sacarse la ropa e intercambiarla con la de él, para ir a Malvinas.
En el término de una semana estaba en las Islas. En ese momento no tenía noción de lo que iban a vivir. Llegaron a Malvinas el día 22 de abril, ya iniciada la guerra y el regimiento al que él pertenecía había salido, el 8 o 10 de abril.
Llegaron a Puerto Argentino, dónde los dividen y a él le toca Darwin y las otras dos secciones fueron junto con el regimiento a Bahía Fox, a la Gran Malvina. Ellos eran 37 y estuvieron frente al desembarco de San Carlos. Burntside House, lugar donde los tomaron finalmente.
Explica respecto de “la sección olvidada” que llegó a Puerto Argentino y las otras dos compañías fueron con el Regimiento, mientras que la suya, que había acampado un sólo día, la llevaron en helicóptero a Darwin a la deriva, desconociendo quién dio la orden y a mando de quién iban a estar. Siente que no tuvieron apoyo de nadie, que sólo respondían a la orden de cambio de lugar y esperar. Recuerda que comieron cuando desde un avión les arrojaron comida y un día antes de caer prisioneros, que el soldado García trajo del pueblo en una cocina de rancho, en un jeep, sopa (un guiso aguado).
Ellos estuvieron a 12 / 14 km del pueblo que lo hicieron una sola vez caminando. Entraron a una casa sacaron una especie de repollo y de camino encontraron un cordero hinchado, que tenía mal olor y lo llevaron para comer. Rememora que les duró un día y que en los días posteriores buscaba los huesos y los sacaba para sacarle lo que quedaba, del hambre que tenían. El campo estaba todo minado, él tuvo la oportunidad de ver vacas volar pero sabían que si buscaban esa carne, podían pisar una mina también. Por eso repite que fue una sección olvidada, por nadie nombrada.
Los llevaron a una base aérea de los Pucará, eran una compañía de refuerzo. Dependían del regimiento 25 y del regimiento 12 de Corrientes que estaban más en el pueblo, él siente que estuvieron prácticamente solos y que el subteniente de ellos tendría unos 21 o 22 años. Describe que estaban en el campo “campo”, estaban aislados de todos, no tenían un superior, ni comida, ni armamento. Nada. Estuvieron a la deriva. Justo en el lugar donde desembarcaron los ingleses el 27 de mayo, acompañados por con el subteniente Ricardo Aliaga, Gómez Centurión (candidato a Presidente) y Orlando Peluffo, del regimiento 25. Cuenta que estuvieron en Darwin desde el 22 de abril hasta el 28 de mayo que por la mañana, cuando los toman prisioneros.
Cuenta no haber sufrido heridas pero sus compañeros, subtenientes y soldados, sí. Entre ellos cita a dos compañeros. Raúl Allende y Omar Leyría (ambos del Valle). En referencia detalla que en aquella oportunidad ni siquiera se conocía con ellos, ni antes, ni durante el conflicto porque ese grupo se había conformado eventualmente por lo que no se conocían, entonces no había mucho diálogo, no tenía mucha comunicación. Cada uno estaba en su trinchera. Dice que su grupo del regimiento 8 donde pertenecía estaba conformado por la gente de Córdoba y la gente del sur: Comodoro Rivadavia, Trelew, Puerto Madryn. Pero que su grupo del Regimiento fue diferente al que integró en Malvinas. Dice que fue feo porque era un grupo que no estaba consolidado, que al no haber tenido vivencias juntos eran como desconocidos. Es más, narra que se entera 10 años después que el Soldados Allende y Leyría eran de esta zona de Traslasierra.
Sobre Raúl Allende cuenta que era oriundo de Villa C. Brochero, que actualmente vive en Villa Dolores y que lo habían dado por muerto. Describe que estuvo dos días paralizado producto de una esquirla que le dio en la columna y que fueron los ingleses quienes lo salvaron porque lo escucharon quejarse. Actualmente está en silla de ruedas.
Cuenta que cuando llegaron a Malvinas los primeros días vivieron cambiándose de posiciones porque los pozos se llenaban de agua y como el jefe dependía de las órdenes de otros superiores, los mandaban “como conejitos de indias” de un lado a otro hasta el primer ataque aéreo sorpresivo que tuvieron, el primero de mayo, donde mueren varios de la fuerza aérea porque atacaron al aeródromo próximo a la ubicación de ellos.
De allí quedaron en alerta roja y pendiente de los ingleses, advertidos por los radares que captaban los movimientos de aviones. En el segundo ataque la fuerza antiaérea derribó dos aviones de ellos, situación que provocó que a partir de allí, los ingleses sumaran a sus ataques los bombardeos a distancia con sus buques. Dice que todos los días desde el mar (10 km aproximadamente) bombardeaban, se veían las balas, se oían los chasquidos que hacían y se sentían los estruendos cerca.
Evoca que lo más duro fue el desembarco de ellos ya que los superaron en todo. Entiende que no favoreció haber sido un grupo aislado, no haber estado con la compañía, en un lugar todo minado, mal alimentados y hasta algunos, estaqueados. La convivencia fue difícil, los días eran interminables. La soledad. El frío, el hambre y ninguna solución. Mucha incertidumbre y miedo.
Recuerda que “cada uno hacia la suya”. Que no les traían comida, que habían hecho como un caminito al pueblo, unos 10 o 12 km, para ir a buscar comida a escondidas. Que en una oportunidad con su compañero trajeron papas, algo parecido a un repollo, y un cordero limpio que estaba al lado del mar, que presume se lo habían quitado a otros soldados y se lo habrían hecho dejar porque no les permitían cazar. Cuenta que frente a esos actos de rebeldía (escaparse, robar o no obedecer órdenes) los castigaban estaqueándolos boca arriba toda la noche, a la intemperie. Siente que estuvieron a la deriva, que no hubo protección de los superiores hacia ellos, que no recibieron apoyo. Y en voz alta reflexiona “no sé qué pensarían… No estaban preparados los de arriba, menos nosotros”. Al mismo tiempo Sergio no los culpa, sino que se lo atribuye a las condiciones: inexperiencia del suboficial de carrera que todavía no se había recibido, al grupo que no tenía ni siquiera armamento, solo F.A.Les, que no tenían comunicación, ni equipo de radio.
Recuerda que los aviones que pasaban tiraban a la base aérea que tenían cerca, situación que les generaba mucho miedo porque los aviones a baja altura -en el medio del silencio- superaban la velocidad del sonido, es decir primero veían pasar el avión y luego percibían el ruido.
Siente, por la ubicación que tenían, que si los ingleses hubieran querido matarlos alegando que fue en combate, hubieran podido hacerlo y nadie se hubiera enterado. Describe a los ingleses como súper profesionales, porque los trataron bien. Si bien a los heridos los llevaron para atenderlos, siente que en el único momento que violaron el Tratado de Ginebra fue cuando los tomaron prisioneros y avanzaron hacia al pueblo, ya que a los 8 o 9 que estaban sanos los llevaron adelante, al frente, siendo que hasta las mismas fuerzas argentinas les disparaban. Momentos que vivió con mucha tensión porque los ingleses derribaron dos Pucará. Se dirigían al pueblo porque allí estaba la Compañía 12 de Corrientes y tenían mucho más armamento y estaban los aviones que habían llegado de Puerto Argentino.
Esa misma noche los replegaron junto con los heridos. Luego los llevaron a una casa para dormir hasta que los reunieron finalmente a todos, con los del pueblo que eran los del regimiento 12, unos 1200 en total. Luego de dos días, los embarcaron y navegaron en un buque inglés por 13 días hasta el Uruguay, mientras que la guerra continuó, hasta el 13 de junio. Recuerda que un día domingo, en dos buques argentinos, los llevaron hasta La Plata y desde allí a Campo de Mayo donde permanecieron una semana en rehabilitación. Finalizado ello, lo enviaron al regimiento que pertenecía. Cree que lo hizo con el regimiento 25 de Sarmiento, Chubut.
Había muchos oficiales del Regimiento 25 cuando estuvieron 2 días en tierra antes de embarcarse, varios se habían sacado las tiras del uniforme y los bigotes por temor a ser torturados por los ingleses para sacarles información. Eran fácilmente reconocibles porque el soldado era un “palito” al lado de ellos. Recuerda que los suboficiales que en un principio se veían muy machos, allí bajaban la cabeza. Asegura que los ingleses estaban en otra. El fin de ellos era cuidar a la gente y recuperar el objetivo.
Cuando ellos subieron al barco también lo hizo la Cruz Roja Internacional para ver si se cumplía el tratado de Ginebra, para resguardar los tratos. Los pusieron de a cuatro en camarotes que eran para dos y los sacaban tres veces al día. Dos veces a comer y una a caminar. Que ahí dice haberse mirado al espejo y parecerse a un vietnamita, cuerpo totalmente consumido. Una vez en Campo de Mayo, los familiares se acercaban a visitarlos y el recuerda que no tenía el número de su hermana para pedirle que lo fuer a ver. Él estuvo solo.
Les dieron de baja el 04 de agosto y llegaron a Córdoba a las 21 o 22 hs., donde durmió con un compañero de Regimiento oriundo de San Pedro en la terminal de Córdoba, esperando el colectivo que salía para el Valle, el próximo día.
Asevera que los ingleses hicieron un trabajo de inteligencia, tenían todo planificado porque tenían el apoyo de Chile y de norteamérica con los satélites. Ellos sabían todas las posiciones, dónde estaba el punto más débil, por eso cree que desembarcaron ahí. Relata que la mayoría estuvo en Puerto Argentino y que lo debilitado era el estrecho San Carlos por donde entró la flota inglesa y donde, también, reconoce el desempeño que hicieron las fuerzas aéreas argentinas para superarlos. Cree que hubo confusión porque las fuerzas argentinas no estuvieron de acuerdo y el cese al fuego llegó porque hirieron a su jefe, quien dio la orden de rendirse.
Agrega que en Malvinas jura la bandera con los compañeros de clase 63, con el Coronel Seineldín, el 24 de abril, día en que los ingleses retomaron el poder sobre las Islas Georgias y que de los 37 compañeros volvieron todos vivos y que luego, algunos fallecieron por otras causas.
Recuerda, que su vecina le cuenta que él habría llamado por teléfono para el día del padre y que en ese momento sus padres se enteran que él estaba vivo. Alegría que también se vivió en el barrio.
El 04 de agosto le dan la baja, sus padres no sabían que él viajaba y ellos ya tenían pasaje para irse a Buenos Aires unos 10 días para ver a su hermana. Ese día sólo estuvieron juntos unas dos horas. Esa noche recuerda que se acercaron todos los vecinos para escucharlo relatar lo vivido y que después comió un asado con sus tres hermanos y cuñada. Él se sentía incómodo en su propia casa porque se hablaba como si él hubiera venido de Bariloche o de vacaciones
Cuando regresaron sus padres, no tocaron el tema. Recuerda que almorzaron y estaba callado, como raro, todo era un misterio. Cree que tal vez, eso lo bloqueó. Imagina que ellos no se animaban a preguntarle. Sin embargo, sus vecinos si podían preguntarle y el responder sobre lo vivido en Malvinas.
Sergio se quedó en Villa Dolores y el 03 d enero se presentó en Bs As a trabajar en E.N.Tel . S.A. por un término de 4 años. Luego se instaló en Río Grande y como no pudo concretar el traslado laboral, tuvo que renunciar.
El venía a Dolores 15 días, una vez al año. Perdió todo contacto con sus padres. Cuando su papá enferma de cáncer en el año 90, el vuelve a cuidarlo por un período de dos años y a pesar de haber estado los tres solos, reconoce que, ese tiempo podían haberlo aprovechado para dialogar, sin embargo siente que habían borrado todo y él también.
Cuenta que hace 3 o 4 años atrás una prima le contó que su padre se había ido sólo, en aquel entonces, hasta Bahía Blanca a buscarlo. Depresivo, con su barba crecida. Situación que le costó creer en un principio pero, al mismo tiempo reconoce que sus padres, ya fallecidos, nunca quisieron hablar de Malvinas y que le habrían pedido a los familiares que nunca le pregunten nada y que no hablaran del tema con él.
Desconoce los motivos que llevaron a sus padres haber tomado esa decisión. Describe a esa generación como personas que eran de no hablar y piensa que hubiera sido grato contarles y ser escuchado, en vez de estar dolidos y ocultarlo. Le hubiera gustado haber intercambiado profundamente sus vivencias luego de enterarse lo que el padre había hecho por él y cree que tal vez, lo hizo para hacerle un bien o no traumarlo más. Por eso le costó creer. Se sorprende porque su padre viajó sólo para ver si lo localizaba y cuando estuvo con él, nunca se lo dijo, nunca le preguntó nada. No recuerda ni siquiera un abrazo y reconoce que “tal vez por eso… yo también soy así.”
Nunca solicitó apoyo profesional más allá del otorgado por el Ministerio, charlas a las que dejó de acudir porque no sentía que le ayudaran. Si bien reconoce no haber profundizado con nadie sobre el tema reconoce que tal vez, todos lo necesitaron.
Él cuenta que no siente rencor contra sus padres, que cree que eso no le afectó y no se queja por lo que le toco vivir. Que tal vez haciendo terapia pueda revertir algunas cosas… Piensa que todo eso, les trasmite a sus hijos y ellos no tienen idea. Que en contadas ocasiones, algunas personas le enviaron saludos o felicitaciones, a través de ellos y que así, fueron valorando y reonociendo lo acontecido, pero no porque él se los hubiera trasmitido. Ahora reconoce que no es bueno, que le cuesta hablar y que está haciendo lo mismo con sus hijos. Tiene 3 hijos (2 mujeres y un varón) que están estudiando en Córdoba. Dice haberse separado de su esposa cuando ellos eran chicos y a pesar que los ve siempre, sin querer está haciendo lo mismo que hicieron los padres con él. Dice que ellos le han preguntado poco, cree que no les interesa, que “están en otra”. Reconoce que los hijos pueden padecer lo mismo que sus padres que sufrieron mucho, piensa que ellos pueden enterarse o ver por otro lado lo que él no les contó. Cree que tal vez para esto hubiera necesitado de acompañamiento terapéutico que lo ayude a soltarse más y contar.
Dice: “Para colmo, uno de ellos se va a prontamente a vivir a Brasil”. Siente que tiene muchas historias para contar e historias fuertes pero dice “No, no digo nada, dejo”. Entre risas comenta que a veces niega haber ido. Que los amigos lo delatan frente a otros diciendo que él es un veterano de Malvinas y él lo niega diciendo que es un invento de sus amigos.
Rememora que en una oportunidad durmió una noche adentro de auto con un compañero de Malvinas luego de ir al boliche y recuerda que la gente le decía que era porque él, no había vuelto bien. Pero él, si bien no recuerda por qué fue, intuye que posiblemente había mucha gente en su casa.
Reconoce que al principio la sociedad los rechazaba, los tildaban de locos, creían que los militares los habían mandado a callar y a ocultar. En cambio, ahora los escuchan, los respetan. Dice que nunca le gustó contar públicamente porque sentía que no le prestaban atención, que no les interesaba, pero que es diferente con amigos o con quienes le preguntan intencionalmente.
Valora de la guerra haber ido y vuelto físicamente sano, que en su momento no tomaron conciencia de lo que sucedía pero que las islas nos pertenecen y que los ingleses las usurparon. Valora haber sido parte, haber participado de la historia, que si bien se habían dado por perdidas ahora toma conciencia y siente que aún pueden recuperarse pacíficamente. Valora hacer conciencia sobre las islas.
Estima como negativo no haber estado mejor preparado y que no se haya planificado responsablemente. Siente que los trataron como colimbas, no como camaradas. Se sintió abandonado por sus mismos superiores y compañeros. El no haber estado “Unidos” causó mucho daño, manifiesta que había mucha diferencia entre los oficiales y suboficiales y esgrime que no se tendría que haber notado. Eso con el tiempo te marca. En voz alta exclama “NOS DEJARON SOLOS”.
Siente que no estaban preparados con el armamento, que muchas bombas de los aviones franceses “los mirás” no explotaron porque eran viejas, otras porque no alcanzaban el tiempo mínimo necesario para hacerlo, porque volaban muy bajo. Recuerda que en el galpón donde estuvieron prisioneros habían dos bombas incrustadas, sin detonar. Fallas todas, que devinieron de la falta de presupuesto frente a la potencia adversaria que además contó con el apoyo de EEUU.
Dice que percibe, desde el año 91, la Pensión para veteranos pero que aún siguen reclamando que se les reconozcan desde el año 82. A diferencia de los ingleses, manifiesta que ellos no tenían sueldo sino que haber ido a la guerra fue una obligación. Además tiene la mutual del PAMI y cree que no puede pretender mucho más, por cómo va el país y agradece haber tenido trabajo oportunamente ya que él no había terminado sus estudios.
Dice pertenecer al grupo de compañeros de Darwin pero que nunca volvió a ver ni a contactarse con el compañero de trinchera: “Juan Carlos Suarez”. Dice que era del norte de Córdoba de la zona del campo y que nadie pudo localizarlo. Con respecto al grupo del Valle de Traslasierra dice haber participado de alguna reunión, haber asistido a los actos, pero no siente mucha pertenencia y a veces no comparte el comportamiento de algunos.
Siente tener algunas diferencias con otros veteranos que “no cuentan la verdad” o que han “gestionado beneficios personales en representación de todos” o “van a los medios”. Entiende que otros –como los marinos o de la fuerza aérea, o los que han estado en el territorio- están reclamando para que les reconozcan su participación, sin embargo dice: “para participar tienen que haber iniciado un ataque, un bloqueo” y que ellos no lo hicieron.
En contraposición, nos muestra un video* del enfrentamiento en Darwin – Boca House- dónde es mencionado. Él se refiere a su grupo como “los olvidados” porque se creyó que los que estaban en Darwin sólo pertenecían al Regimiento 25 ya que nadie sabía que el Regimiento 8, también había estado allí. Vuelve a repetir “Mal planificado, nos dejaron a la deriva. En el medio del campo sin comunicación. Grupo de 38 hombres que estaban al frente sin información”. Dentro de todo, salvando la situación del compañero Allende, dice que las secuelas no les imposibilitaron seguir viviendo. Y refiriéndose a él cuenta que una vez le reclamó por qué no lo habían ayudado y él alude que no supo, que estaban lejos y además no podían porque cuando cayeron prisioneros dependían de los ingleses. Que si ayudaron a los soldados recuperados por los ingleses, incluso al Subteniente. Agrega que cuando volvió a Comodoro, estuvo de mozo en el casino de oficiales y allí se reencontró con el Subteniente, que se paralizó y no se animó a preguntarle nada. Él tampoco. Le hubiera gustado saber, si él se acordaba de ese reencuentro donde estuvieron ellos dos solos. El cree que el Subteniente nunca supo que había sido él quien lo ayudó, que no lo conoció.
*Video: Los “libertos” en Darwin” https://fb.watch/bnJ8aCysdj/
El manifiesta que lo de él fue muy raro, la forma en cómo fue, cómo estuvo allá, porque siente que hubo des-unión / falta de compañerismo, por eso no siente necesidad de juntarse ahora con ellos, porque no compartieron anécdotas, sumado a eso, el dolor de la diferencia que expresa que había entre la clase 62 y 63. Cree que si hubiera hecho el servivio 6 o 7 meses y con la misma gente hubiera ido a Malvinas, hubiera sido diferente, hubieran tenido otro diálogo.
En menos de una semana se integró a un grupo desconocido. Encima cuando llegaron allá, tenía la sensación que lo miraban diferente. 20 eran de clase 62 y 13 de clase 63. Los otros se conocían, desconoce si eran de la misma compañía. Pero había otra comunicación. Sumado a eso, el lugar dónde estuvieron y la inexperiencia del jefe nuevo. Le hubiera gustado haber pertenecido a un grupo unido. Ahora reconoce que eso fue lo que faltó. Piensa que eran chicos, que no estaban preparados.
Pertenece al grupo de veteranos, reconoce que la lucharon y sufrieron juntos, pero no siente necesidad de juntarse con ellos porque manifiesta que mientras estuvo allá, no hubo unión, compañerismo, donde hayan podido decir “la pasamos mal, la superamos, la podemos contar, estamos juntos…” como el compañerismo que hay en otros grupos. Encima detalla que cuando llega acá, escucha que cuentan historias que no le convencen mucho y que con Allende, único soldado que compartió combate, no pudo dialogar mucho porque su dolor radica en encontrar respuestas a cerca del por qué nadie lo ayudó sabiendo que él estaba ahí. Situación que si bien pudo responderle y aclarar que no tuvo que ver con el abandono, no los ha acercado. Sergio reitera que allá estuvo solo, y cree que eso contribuye a desinteresarse por compartir lo vivido. Cuenta que su único compañero de trinchera era muy cerrado y que una vez se pelearon y estuvieron sin hablarse hasta el momento de la baja, que nunca más supo de él. Siente que estuvo aislado y que el resto estaba con su grupo.
Actualmente no le gusta desfilar en los actos patrios porque entiende que sólo es un acto político, como así tampoco ir a las escuelas o a los medios porque siente vergüenza y teme enredarse en el discurso y aburrir a los demás. Al respecto no se reconoce didáctico pero asume que en alguna oportunidad contribuyó con la información, por ej. a unas estudiantes que tenían que hacer una tesis.
Agrega además, que al principio, por cómo era visto, algunos dudaban que haya participado en el conflicto de Malvinas, hasta tuvo que mostrar, en algunas oportunidades, los documentales para demostrarlo. Esgrime que para haber participado la gente le decía que tenía que verse raro, herido, con alguna secuela en la cabeza.
Sin hacer comparaciones, siente que lo que le tocó vivir a él, lo de la falta de convivencia, de compañerismo, el lugar dónde les tocó estar, el compañero que le tocó, todo lo que vivió… no muchos lo han vivido. Cree que no es lo mismo haber tenido un grupo de pertenencia, haber compartido y haberse conocido, por eso entiende todos los suicidios que sucedieron posteriormente. “No es fácil”.
Finalmente recuerda a un cabo. Cabo Bocetti, que dice que lo encaraba mal, por ser soldado nuevo. Que lo hacía bailar en Malvinas. Que a la noche lo mandaba sólo a él a un pozo que estaba bien lejos, a 200 mts y a la noche, dos o tres veces, iba con varios a hacerle una emboscada para ver si estaba despierto. A asustarme. Era un entrerriano, de Diamante, ya fallecido. Al respecto Sergio relata que tuvo intenciones -hace 5 años atrás- de ir a visitarlo y preguntarle por qué era con él la cosa. Pronuncia “Me hacía parir”. Motivo que lo llevó a pedir el cambio y estar bajo las órdenes de Fernández. Siente que no haber podido entender por qué se ensañó con él y no habérselo podido preguntar, lo hizo quedarse con la espina.
Entrevista realizada por: María Cecilia Pérez
Fotografía y videos: Dolores de Torres

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