Miguel Barros (entrevistó Marisol Yélamo)
Miguel nació en Villa Dolores el 2 de febrero de 1961, y vivió allí hasta su adolescencia. Durante los primeros años de primaria fue a la escuela de La Calera, luego pasó a la primaria «San Martín», y en el nivel secundario fue a la Escuela Comercial.
Estudiaba de las 8 pm hasta las 1 o 2 am, y a las 5 am del día siguiente se levantaba a trabajar a una panadería. Su sueño en ese momento era ser médico. En sus primeros años de estudio había tenido promedios altos, hasta que en 1976 su hermano se incorporó a la marina y al enterarse de esto Miguel decidió anotarse también en esa carrera a sus 15 años. Hizo las pruebas físicas y psicológicas en Córdoba capital, y las aprobó. Mientras esperaba su vida acá en el Valle continuó, (además del estudio y trabajo) jugaba en el «Club Deportivo Atlanta», donde ganó un campeonato en la cuarta división.
El 31 de enero del año 1977 le llegó una carta informando que debía de unirse a la marina. «Yo pensé que no iba a estudiar, pero en realidad estudié más, porque acá tenía 13 materias y al ingresar a la marina tenía que hacer 18 materias.»
Fue duro para Miguel separarse de su familia, además de sus padres su hermano también estaba lejos. Este se encontraba en Puerto Belgrano, dentro del crucero. Al incorporarse hizo el periodo de introducción en el cual fue seleccionado a un curso con una especialidad que no le gustaba, porque él quería ser mecánico » ya que no voy a ser doctor, voy a ser mecánico, o sea doctor de motores, pensé yo». Logró conseguir notas altas por lo cual le dieron franco de honor junto con la posibilidad de cambiar de especialidad, donde consiguió lo que quería, ser maquinista. A los 6 meses de su incorporación pasó a ser marinero de 2da, luego de 6 meses con ese cargo aprobó su primer año con un promedio de 9,80. Su mayor deseo era embarcar en un barco que se llamaba Cardio de la sala, pero le tocó ir al portaaviones 25 de mayo. El 30 de noviembre de 1977 lo llevaron a puerto y en enero fue su primera navegación.
En esa época que Miguel empezó su carrera en la marina se hablaba mucho sobre la guerrilla que pasaba a nivel país. Su padre era policía y por esos años lo mandaron a Córdoba en la época del Cordobazo, y él recuerda que su padre le contó que a un compañero de él lo mataron al lado suyo. Luego con el tiempo se empezó a hacer ‘la guerra contra la guerrilla’ donde prepararon a los militares, él mismo recibió esa preparación. Luego de la muerte de Perón, el gobierno firmó una orden para exterminar la subversión, de la cual los grandes focos estaban en las universidades. Antes de esta orden murieron muchos militares. En el año ’79 Miguel fue enviado a Buenos Aires para combatir contra la guerrilla. Mucha gente falleció en esa guerrilla.
Antes, en el año ‘78, tuvieron su primer enfrentamiento contra los chilenos por el canal de Beagle. Con el portaaviones cruzaron hasta posicionarse en frente a Santiago de Chile, su comandante y jefe, Alejandro Masera había ordenado atacar Santiago de Chile. Pero la llegada del Papa a Argentina y con el General Videla se detuvo el conflicto por lo cual tuvieron que volver. En ese momento Miguel estaba dando sus primeros pasos con sus 17 años y al finalizar el año ascendió a cabo segundo. Al año siguiente lo mandaron a la escuela, pero estaba excedido de cursos así que pasó a dotación donde estuvo un año haciendo diferentes actividades, y una vez transcurrido ese año volvió a estar en el puerto, lo embarcaron en el destructor, El Piedra Buena, allí pasó 4 meses y 29 días «nunca me voy a olvidar de ese barco porque el primer día que llegué me metieron 5 sanciones disciplinarias, por qué, ni idea.» Estuvo ahí hasta que un comandante los llamo a él y a uno de sus compañeros avisándoles que les había salido un año de comisión a Inglaterra. Se enlisto en un barco que estaban haciendo acá, el destructor Santísima Trinidad, y tuvo la posibilidad de realizar muchos cursos, tales como capacitación en motores, en turbinas, en caldera, en planta de agua enfriada, aire acondicionado, etc. Desde el año ’81 él estaba de novio con su actual esposa a la cual le propuso matrimonio antes de irse a Inglaterra para que se fuera con él, pero ella no quiso, así que viajó él solo.
Demoró 24 días en llegar, zarpando los primeros días de abril, habiendo hecho escala en Brasil, Las Islas Canarias, pasaron el Golfo de Vizcaya (donde tuvieron «un pesto muy grande», porque se hacían Olas de 4, 5 metros) hasta finalmente llegar a Portsmouth. » Yo no odio a los ingleses, ellos estaban cumpliendo con su deber como nosotros lo hacíamos, después con los años uno se da cuenta de que el odio es malo, entonces no tengo por qué odiarlos. Tengo amigos, conocidos y aprendí muchas cosas allá.»
En cuanto a su experiencia en Inglaterra Miguel había hecho cursos de inglés al ingresar a la Marina pero estando allá tuvo que reaprender mucho la lengua hablada «manejamos mucho fue el inglés técnico, traducciones de libros y esas cosas, pero íbamos a la cocina y decíamos ‘dame un bife con papas ‘ y te decían ‘ what?? ‘. Así aprendimos a decir chicken ‘n chips (pollo con papas).» Con el tiempo se fueron adaptando a estar allá, comenzaron a hacer campeonatos de fútbol con los ingleses, además de que entre otras cosas los ingleses estaban muy sorprendidos de la forma de trabajar que tenían los argentinos porque cada persona abarcaba muchas cosas y trabajaban en equipo, en diferencia a la forma de trabajar inglesa donde cada persona tenía una especialidad y no era un trabajo tan colaborativo. Miguel tuvo ofertas para quedarse, pero las rechazó porque seguía estando de novio con su actual esposa y quería volver para estar con ella.
Aun así, él conserva lindos recuerdos de su comisión en Inglaterra, le sorprendió mucho la sencillez de la gente, de los oficiales. «Tuvimos historias lindas, pero si es cierto que el tema se hablaba fuerte, sobre que ya había conflicto por las islas, reclamos y todo eso.»
Para ese tiempo la marina había comprado un barco destructor llamado «El Hércules», que era igual al de «La Trinidad». Con el afinamiento operacional del barco cargaron La Santa Bárbara de misiles que tenía todos los misiles del barco más los misiles del Hércules, además de repuestos. El barco estaba sobrecargado. A finales de noviembre de 1981 se suponía que debían zarpar, pero no los dejaban por todo lo que se escuchaba que se estaba armando en Malvinas. Les enredaron una soga de acero en la hélice para que no zarparan, pero los buzos del barco de Miguel la desenredaron logrando zarpar. Al día siguiente de su llegada a Argentina (que fue en diciembre de ese año) su actual mujer fue a esperarlo y ahí empezaron a planear su boda, poniendo fecha para el 24 de abril de 1982.
Mientras tanto continuó con los cursos y hasta una navegación de rutina que era de 15 días, zarpando entre el 10 y el 15 de marzo, estaban haciendo operaciones y preparación cuando de repente les llegó la notificación de que debían entrar a Puerto Belgrano. El 24 de marzo tenían que volver a la base” cuando vamos entrando, nosotros nos estábamos preparando para anclar el barco y vimos que había un montón de infantes, cargas, aceites, víveres, municiones y todo eso, pero nadie nos decía nada. Entramos y empezamos con la carga. Los que estaban ahí que habían ocupado la isla cargaron motores, botes, alimentos, víveres, todo, y estuvimos tres días haciendo eso. Y entre el 27 y 29 de marzo zarpamos, el rumbo era ‘1-8-0’, rumbo sur.»
Tenían los zafarranchos de combate, y estaban preparados los salvavidas. Además, en una bolsa que les daban ponían el documento, el dinero que tenían, un abrigo y eso era todo lo que llevaban. Mientras más se acercaban a destino ya no podían sacarse la ropa para dormir.
Primero fue el barco de Miguel y después zarpó la flota. A todo esto, la familia de Miguel todavía no estaba informada de a dónde él se estaba yendo.
En ese momento el puesto de él era hacer guardia en las calderas y destilador de agua, pero a su vez cuando tocaba puesto de combate cubría en otro lado, donde se armaban trozos de control de avería que son para la defensa del barco, apagar incendios, tapar agujeros, todo para que el buque siga navegando.
A la altura de Comodoro Rivadavia el capitán Giaquino les comunicó que eran el buque estandarte del comando de operación Rosario, el Buque Almirante el cual llevaba a la gente que tenía que tomar las islas. «Nos dijo que no tuviéramos miedo, estábamos preparados para eso, y bueno listo, nosotros estábamos preparados para eso. Si tenes que morir hay que morir, sea por la patria se muere, pero hay que defender la gente.» Algunos de los que estaban se desembarcaron en el puerto Belgrano al enterarse de que iban a ir a la guerra.
Al llegar empezaron a navegar en sigilosa, hasta una parte de la isla donde debían fondear, pero al intentarlo no hacía cabeza el ancla así que el capitán tomó la decisión de salir de ahí, dar la vuelta y fondear en Bahía Enriqueta. Cubrieron los puestos de combate y largaron los buzos. Tiraban los botes salvavidas, el cual lo tiraba un solo infante, un solo comando bajaba con el motor y ahí arrancaban, cada bote llevaba entre 6 y 9 personas. Luego supieron que donde intentaron fondear la primera vez los estaban esperando los ingleses por lo cual si no se hubieron ido los habrían matado a todos.
«Todos los conscriptos que fueron ahí estaban preparados, delante de ellos había un cabo, suboficial u oficial que velaban por ellos. Cuando bajan, la orden que dieron clarita, que la dio el capitán Giaquino fue ‘No quiero ningún muerto enemigo, no tiren a matar, no tiren. ‘Esa fue la orden. El primer caído fue él. » Luego de que se toma la isla, el capitán Giaquino llega a una casa y desde una terraza le pegan un tiro el cual no lo mató en el acto, sino que hizo que se muriera desangrado, dado que el enfermero del grupo comando de Miguel también fue herido y no llegó para atender al capitán, siendo este el primer muerto.
Una vez tomada la isla el 2 de abril zarparon a Puerto Argentino, donde recibieron la orden de ser radar aéreo durante 1 semana aproximadamente, hasta que llegaron todos los barcos y pudieron declarar un presidente interino. Empezaron a llegar las tropas y los barcos y a desembarcar, también llegaban ahí los aviones Hércules. Ahí hicieron la instalación de un radar volante aéreo, para poder darles la orden al comando de Miguel de custodiar el continente. Él no bajó mucho al continente, pero aun así recuerda las casitas con techos verdes, de madera, elevadas por el frío. Ellos pasaban hambre y frío pero la gente que estaba ahí les ofrecía pan, leche, les vendían cigarrillos, motivo por el cual ellos reciben retos y amenazas de sus oficiales, pero ellos no le tenían bronca a la gente de las islas.
Su comando estaba custodiando el continente cuando se enteró que su hermano estaba en el crucero Belgrano el cual hundieron. «Cuando hundieron el crucero no sabíamos que hacer, vi oficiales nuestros llorando por los pasillos».
El submarino que hundió el crucero fue el Conqueror, un submarino nuclear que disparó un torpedo por la popa entre medio de las 4 hélices el cual llegó hasta donde estaría su hermano haciendo guardia, pero él no estaba ahí, y el otro torpedo lo metieron por la proa. Miguel sabía la hora a la que Mario estaba custodiando la caldera: ”Mi hermano larga la guardia 15.45 y 15.54 explota la bomba, y él en vez de irse a dormir salió a la cubierta a tomar aire, por eso se salva él.” 323 personas fallecieron en ese crucero.
El barco de Miguel tenía la orden de no ir a rescatar, tenían que seguir custodiando porque había otros buques que eran de rescate, el crucero estaba navegando con 2 barcos a la par. El Py, y el Hércules estaban con el buque de Miguel, y después el Bahía Paraíso se hizo buque hospital.
En el momento que se enteran lo del crucero los superiores de Miguel (Ingeniero Tirauqui, Mispria y Ledesma), que sabían que el hermano de él estaba en el crucero, se acercaron para informarle de que lo habían hundido, que había muchos muertos porque el barco estaba sobrecargado, que él debía estar tranquilo porque ellos iba a averiguar sobre su hermano y le iban a estar informando, que continuará haciendo la guardia y que siguiera cumpliendo, lo cual según Miguel en ese momento le hizo muy bien porque no lo tiraron a bajo.
Más tarde el segundo comandante se comunicó con Miguel para informarle de que habían estado haciendo rescates de personas en balsas, y que entre esos rescates estaba su hermano. Con el tiempo supo que Mario había estado 36 horas metido debajo del agua en la balsa salvavidas hasta que lo rescataron, tragó petróleo y además en la balsa donde estuvo él hubo muertos, por el frío y el hambre.
El conflicto siguió. Ellos en el barco sabían cómo sufría la gente que estaba en las islas, los que iban muriendo, cayendo. » Yo tenía amigos, compañeros, y bueno te vas enterando y te pone triste pero no te da a tiempo a que vos te caigas, porque a nosotros nos prepararon para eso, otros casos iban por una obligación y bueno se dio así, pero a nosotros nos preparan, al militar lo preparan para sacar el arma y matar sin dudar, para defender.»
El 14 de junio de 1982 les informaron que acabó la guerra. Cuando sucedió esto al poco tiempo los mismos oficiales que Miguel había visto llorar ante la desesperación empezaron meter presos a quienes tenían las zapatillas mal lustradas o estaban desprolijos » Vos andabas como andabas porque tenías que dormir vestido con todo preparado por un ataque, y te daba bronca que hicieran eso».
Algunas anécdotas que guarda Miguel sobre la guerra son de cosas que hicieron e inventaron en el transcurso de esta. Por ejemplo, a la marina llegaron 6 aviones super étendard, que se los compraron a Francia, y se los entregaron ahí casi en el conflicto pero no estaba armado el sistema para poder tirar el misil, se lo dieron todo separado, y un ingeniero naval lo armo al sistema en espora, o sea el misil que le pegó a la Sheffield era la primera vez que se lanzaba y no explotó el misil, se prendió fuego el barco. Eran 2 pilotos que volaban en dos aviones de guerra a un metro y medio del nivel del agua, a mach 5, se levantaban y se bajaban y cuando tenían la distancia lo sacudieron y el misil viajó casi al nivel del mar. El misil le pegó al Sheffield en línea de flotación un poquito más abajo, en el medio del cuarto de máquina de proa con el cuarto de computación, todo donde está la electrónica. Se ha hablado mucho sobre los pilotos de aviones argentinos porque la mayoría volaba al ras del agua y cuando estaban cerca de su objetivo levantaban y tiraban misiles, bombas, tiros, etc.
También el submarino San Luis que era un submarino convencional que estuvo de estar una semana bajo el agua tocando el fondo para que no lo detectaran hasta que le pego un torpedo al portaaviones Tiger de Inglaterra, que lo pasó de lado a lado y no explotó el torpedo, porque se olvidaron de ponerle la espoleta con lo cual si hubiera explotado lo partía al medio el barco.
Entre los misiles, las bombas que tiraban, los aviones que los sorprendían, los sacudían y se les perdían de vuelta, no los veían venir porque venían al ras. El Pucará, avión mosquito, lo prepararon para tirar torpedos y no debería de poder tirar torpedos. Le pusieron un torpedo de 300 kg para probarlo a ver si funcionaba, en plena guerra. Ese avión fue preparado para la guerrilla, no para la guerra. En las pruebas el misil llegaba, pero cuando se metía al agua se partía, entonces le pusieron un cajón de manzana en la cola del torpedo, lo ataron con alambre de fardo sin que tocara la hélice. Lo volvieron a probar con el buque de Miguel a ver si funcionaba, porque era filo guiado y lo podían hacer explotar o no, y así con el cajón de manzana lo hicieron funcionar. Además, hicieron un lanzador de misil en tierra, lo llevaron en un acoplado que los ingleses tenían para cargar los fardos de pasto, ahí le metieron la lanza misil, atándolo con alambre. Así se fue haciendo todo sobre la marcha.
Por todas estas técnicas y maniobras se supone que los ingleses debieron de tener muchas más bajas de las cuales admitieron después con los años se dio a conocer un poco más la cantidad, pero nunca dijeron lo real.
«Hubo cosas malas, cosas tristes, nos cagamos de hambre y los que estaba en tierra más que nosotros. Pero lo más triste fue cuando terminó, vaciar la frigorífica y tirar la comida porque estaba podrida, eso fue lo que más bronca y tristeza me dio, porque había, había comida y nos cagamos de hambre. Había formas de llevarles comida, las había, se podía buscar la forma. También después nos enteremos que había otras cosas que fueron y nunca nos entregaron, como ser abrigo, por ejemplo.»
Una vez terminada la guerra les dieron la orden de volver a Puerto Belgrano. La operación de Miguel entregó todo y obedecieron las órdenes, pero hubo un batallón, el BIM5 que se negó a entregar las armas, no tenían ni una munición, pero aun así no entregaron las armas hasta llegar a Puerto Argentino y entraron desfilando. Y así poco a poco todos se fueron replegando.
Fue doloroso para Miguel ver como trataban a todos los que venían de la guerra, trataban muy mal a sus compañeros, y con el correr del tiempo a ellos, los navales, también los empezaron a tratar mal. Miguel siguió su carrera normal pero sus propios compañeros cuando se enteraban de que eran ex combatientes de Malvinas los hacían a un costado, los rechazaban, los llamaban locos, » Yo hice 36 años de servicio y hasta lo último no nos querían.»
Para Miguel luego de la guerra de Malvinas la marina Argentina no tuvo ningún cambio para bien. Dejaron caer todo, se terminó tomando como un negocio más. «Yo estaba en el barco Santísima Trinidad, y hace poco lo vi. El casco está en Puerto Belgrano, y lo dejaron hundir para no cuidarlo, lo abandonaron nuestros jefes. Ni para museo sirve. Y te pone triste.»
En el 2013 Miguel se retira de la marina. Con el paso de los años él concluye que luego de la guerra pudo aprender a valorar más la vida, la familia, la gente, el amor a la patria. Llegó al grado máximo de su carrera y se fue con todos los honores, pero él se considera un veterano más y su jerarquía no afecta su trato con los demás. «Todos cobramos la misma pensión, nadie, es más. Yo fui y serví a mi patria, y si hoy en día me preguntas si volvería a la guerra, te diría que si, por mi patria, por mi gente, si. Soy un patriota, no me gusta la política, yo soy militar, y aunque yo ya me fui voy a morir siendo militar. Doy la vida y mi mujer lo sabe, me iba a casar con ella antes de la guerra pero lo hice cuando volví, un 14 de diciembre de 1982 me casé acá en Villa Dolores, y con ella la luchamos desde entonces. Siempre trate bien a la gente, y eso hay que hacerlo siempre porque uno tiene que aprender de la gente y la gente de uno, no hay que cerrarse, uno todo el tiempo puede aprender de todos, son las cosas de la vida.»
Entrevista: Marisol Y;elamo
Fotografía: Yoni Chavero