Marcelo Edgardo Reynoso

Marcelo Edgardo Reynoso

Nació el 29 de noviembre de 1961, en Gualeguay, Entre Ríos, y a los 9 años se fueron a vivir a Bs As porque su padre tuvo una propuesta de ser encargado de un campo, en San Miguel del Monte. Vive en Villa Dolores.

Ya adolescente, un amigo le contó que se había anotado para entrar a la Escuela de Mecánica de la Armada. Se preparó para rendir, porque era una escuela de primera. “La escuela no debió ser cerrada, porque era muy buena, con profesores de excelencia”. En esa primera selección que le hacen luego de un entrenamiento, ingresa a la parte de máquinas, en 1979. Ahí conoció a dos muchachos de Villa Dolores que estaban en ese curso. Cuando tenían franco, esos amigos se iban a quedar en su casa y ellos lo invitaron-cuando tenían licencia-a conocer por aquí.

Marcelo estudió en el liceo militar-la Ex ESMA de la provincia de Buenos Aires-. Reconoce que en la formación que tuvo fue preparado para matar. Los militares lo habían preparado para la guerra y lo mejor que le puede pasar a quien se prepara así “es dar la vida por la patria”. Él fue formado en los valores de defensa de la patria. Parte de lo que le enseñaron -desde la mañana a la noche- es obedecer las órdenes que les daban. No vivieron nada de lo que hicieron los militares en esa época, ni lo supieron, salvo alguna vez que estuvo en la puerta de entrada de la guardia a la ESMA y que le dijeron que entraba un auto de civil con determinado color y patente, y que debían dejarlo entrar o salir. También vio salir militares vestidos de verde, sin identificación, a la vez con pelo largo, barba, y debían levantar la barrera sin preguntar nada.

Cuando el estudiante se recibía, la Armada le daba la posibilidad de elegir un pase para ir a algún lugar: Antártida, el rompehielos o la fragata. Dentro de eso estaba ser parte del “grupo de tareas”, donde quien ingresa es elegido, “no entra cualquiera’. La Armada conoce “hasta tu pensamiento, porque te evalúa antes y sabe si vas a rendir en ese espacio al que podrías ingresar”.

Con los años pudo interpretar algo que vivenció en esos años: al frente de la Escuela de Mecánica está el campo de deportes, “pasando la Lugones”. En varias ocasiones los hacían volver cuando llegaba un camión, con gomas y al rato veían la humareda negra, en la barranca del rio. Alguna vez se fue a fumar a la barranca del rio, cuando estaban haciendo deportes. El río estaba muy bajo junto al campo de deportes (que se rellenaba con camiones que venían a diario, porque es terreno ganado al río). Estando ahí, cerca del rio, fumando, el amigo que estaba con él, caminando, encontró una costilla, y le dijo: “¿Mira, ves esto?, aquí le prenden fuego a la gente”.

A él le molesta que “Malvinas se ata mucho a los genocidas”. “La desmalvinización fue parte de un acuerdo entre Alfonsín y los militares”. Reconoce que tuvieron verdaderos militares, patriotas, al frente de la guerra.

Por su preparación participó en la guerra de Malvinas estando en el portaaviones que tenía nuestro país, en la parte de catapulta, donde despegan los aviones. El portaaviones “25 de mayo” tiene 257 metros de largo. De la cubierta hacia abajo no sube nadie que no tenga autorización. En la cubierta circulan-como en un aeropuerto-quienes tienen que ver con los aviones. Quienes están abajo, no ven la luz del día.

Marcelo estuvo en el corazón del portaviones. A quienes manejan las máquinas les corresponde lo que es frenado, la catapulta, los ascensores del portaaviones, la provisión de combustible a los aviones y aire comprimido para el arranque de los aviones. El frenado es por medio de unos cables, para cuando aterrizan los aviones y el despegue es por intermedio de las catapultas. Atar los aviones a un sistema de lanzamiento que tienen, que es como una gomera gigante.

El piloto, antes de salir a volar tiene el cuarto de prevuelo, que es donde se le dan las órdenes para una salida, para una operación. Antes reciben información de los mecánicos, que les dicen en qué condición está el avión o como ha sido configurado para salir. Cuando aterrizan, todos los problemas que ha tenido, se los comunica a su mecánico, porque depende de eso.

El portaaviones llevaba aviones de combate: aviones antisubmarinos (que son los Traker) y helicópteros. Todos arriba. Abajo hay un hangar, a los que se baja por ascensores y arriba queda lo que va en vuelo. La única defensa que tiene el portaaviones es ocho o diez cañones antiaéreos. Tenían dos aviones interceptores, donde los pilotos estaban arriba de los aviones-día y noche-preparados para interceptar cualquier cosa que los radares captaron en alerta temprana. Desde que suena el combate para que el avión despegue, hay 5 minutos para que eso ocurra. Para eso las máquinas tienen que estar preparadas. En el momento que sonaba una alarma, a los cinco minutos había que tener un avión en el aire.

En la parte inferior del portaaviones había mil cuatrocientas personas: maquinistas, oficiales, suboficiales, y conscriptos. En los barcos llevan soldados que tienen alguna preparación previa: han estudiado en una escuela técnica, si van a la cocina es porque han estado en alguna cocina. La vida de abordo es muy diferente a la del militar de tierra. Hay una cadena fraterna de responsabilidades en un barco.

Marcelo entró al portaaviones el 24 de diciembre de 1981 y tuvo una sola navegación de preparación. Hicieron pruebas, adiestramiento. “Lo primero que tenes que aprender en un barco es a caminar con los ojos cerrados, porque lo primero que pasa en un barco es que se apagan las luces y hay que hacer lo que tengas que hacer, como puedas”. En febrero de 1982 tuvieron unos dieciocho días de adiestramiento de la guerra. En su segundo viaje, entraron al puerto el 25 de marzo y el 28 de marzo enfilaron para Malvinas, sin saber que iban a la guerra. Tenía 18 años en 1982.

El 2 de abril estuvo en la toma de Malvinas, amanecieron en Malvinas. Desembarcaron con los helicópteros todos los pertrechos que había arriba del barco: combustible, víveres. Dejaron un helicóptero y quedó gente de la fuerza aeronaval. Volvieron al puerto a reabastecerse porque se habían quedado sin comida, ni nada. Habían salido de Puerto Belgrano, la base naval. La travesía dura unos seis días. En una semana regresaron con el reabastecimiento y los aviones suben al portaaviones cuando ya está navegando. Al otro día de salir a navegar subieron doce aviones de combate, cuatro Grusman S-2 Traker (aviones antisubmarinos que detectan y atacan submarinos por medio de sonoboyas).

Una noche antes del bombardeo del Crucero Gral. Belgrano, el 1 de mayo de 1982, el portaaviones estaba cerca de Malvinas y les piden que duerman vestidos, porque había un crucero inglés cerca ya. No se podía operar a veces desde el portaaviones. Después del hundimiento del Crucero Gral. Belgrano, se decide bajar los pilotos de caza, en Río Grande. Se desembarca toda la flota aeronaval, pero no los antisubmarinos y dos aviones interceptores. Desde entonces operan desde tierra los aviones caza, mientras que el portaaviones salía desde la costa continental con los otros aviones. En dos oportunidades los interceptores captaron aviones que pudieron bombardearlos, pero no los atacaron porque quizá no tenían autonomía de combustible para volver al lugar de origen después de atacar. El portaaviones nunca fue tocado.

 

 

 En la ESMA se hacen tres años de curso: primer, segundo y tercer año, cuando se asciende a cabo se firma un contrato por cuatro años. Marcelo volvió de la guerra y se fue de baja a finales de 1983, cuando cumplió el contrato que había firmado por cuatro años. Había hecho una promesa con toda su división: si perdían, se iban de la armada. Los comandantes en jefe de cada fuerza han sido veteranos de Malvinas, hasta ahora. Explica que siempre hubo tirantez entre generales que estuvieron y quienes no estuvieron en la guerra. Padecieron la desmalvinización.

Galtieri fue preparado-en la Escuela de las Américas-por los norteamericanos, para que hiciera lo que hizo. “No es el borracho ni el improvisado que se dijo luego”. Creyó que lo iban a respaldar, cosa que no sucedió. Geopolíticamente las islas son un lugar estratégico. “El TIAR debía acompañarnos, pero no resultó así tampoco”. A finales de mayo regresan al puerto. El conflicto venía agonizando. Desde el 1 de mayo al 25 de mayo ven que no se puede revertir el final. “La toma de Malvinas sale bien, porque estuvo estudiado eso”, lo que no se sabía es que se iba a hacer después, cuando se quedarán. Hubo improvisación en llevar gente a Malvinas, “llevaron soldados teniendo tantos profesionales militares para operar”. Creyeron que EEUU apoyaría a nuestro país y que iba a haber negociación, que no se iba a llegar a la guerra una vez tomadas las islas. Teniendo tantos profesionales, él cuestiona que se los dejó aquí “mirando la guerra por televisión”. Si los estuvieran preparando para la guerra, son los primeros que hay que mandar y dejar aquí a los soldados. Y los soldados hicieron lo que pudieron con el adiestramiento que tuvieron. Marcelo opina que respecto al maltrato que se reclama de parte de los soldados, los que son militares saben que eso puede pasar y están estipuladas dentro de un reglamento. 

El después de la guerra: Antes no querían hablar. El estuvo encerrado en sí mismo, pero luego vieron que estaban relegados y empezaron a trabajar en diferentes grupos para lograr el reconocimiento que se merecen. Se han obtenido logros, y “Malvinas ha tomado la dimensión y la importancia que tiene”.

Se vino a vivir a Villa Dolores en 2009. Aquí hay un grupo de veteranos, sin un espacio que los contenga, donde juntarse y atender sus derechos. Ellos tienen Pami Veteranos, que es diferente al de los adultos, con ciertos privilegios porque un veterano debe ser atendido inmediatamente, porque sus demandas son urgentes, cuando llegan a pedir atención. Actualmente están sin servicios: hace más de un año que no tienen odontología. Las demandas de salud han ido variando con el tiempo. En algún momento por los hijos pequeños necesitaban de la mutual, pediatras. Hoy en día, necesitan atención odontológica, porque por la tensión vivida durante el conflicto armado, se les aflojan los dientes. A medida que se hacen mayores aparecen otras necesidades médicas.

Un centro de veteranos es muy importante porque es ahí donde se detectan problemas-alcoholismo, drogas, violencia familiar-y se halla solución con equipos interdisciplinarios que acompañen las situaciones de emergencia. En Córdoba tenían atención médica en el Hospital Cardiológico, pero están en conflicto y sin atención, por mal manejo de las facturaciones. Ese tema no se ha solucionado aún. Temen que los hagan tener los mismos servicios de Pami como los adultos mayores, siendo que ellos aportan mucho más, pero el Estado no se ocupa como debería.

Haber estado en la guerra es un hecho extraordinario y el reconocimiento del estado se ha dado por medio de las pensiones. El dolor de haber perdido la guerra en quienes se prepararon para ella, a veces es mas profundo justamente por eso: por haberse preparado, pero no para perder.

Marcelo muestra medallas de la Armada y del Congreso de la nación, reconocimiento hecho por la lucha de los veteranos. Termina la entrevista diciéndonos esta frase: “»Malvinas un sentimiento de pertenencia irrenunciable”, frase puesta en un monumento que hay en Villa Adelita, Partido de San Isidro, Bs As.

Fotógrafo: Daniel Murúa

Grabación: Mary Luque

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