Luis Roberto Fernández. Fecha de Nacimiento: 22/01/61. Militar de carrera con 35 años de servicio. Lugar de nacimiento: Bahía Blanca. Lugar de Residencia: Villa Dolores.
Tiene 61 años. Se presenta como Padre de dos hijas, la menor de 30 años, también militar, que actualmente tiene 13 años de carrera. Muy creyente. Nació en la ciudad de Punta Alta, a 30 km de Bahía Blanca, pero el padre lo anotó nacido en Bahía Blanca. Está en el Valle de Traslasierra desde 2014, después que finalizó su carrera en el año 2012.
Nos cuenta que ingresó con 16 años a la Escuela de Mecánica de la Armada, dónde hizo el curso de formación. Él tenía que hacer tres años en la escuela de mecánica. Hizo el primer año en el 1977, se embarcó en el Portaaviones 25 de Mayo, en diciembre del mismo año y estuvo todo el año 1978, participando en el conflicto con Chile.
En el 1979 y 1980 hizo el curso de formación, recibiéndose a fines de 1980. Después fue destinado a Puerto Belgrano, al buque Destructor Domecq García, hasta Diciembre de 1981.
A fines del 1981, lo destinaron al Destructor Piedrabuena. En enero de 1982 estuvo desplegado unos 30 días en Ushuaia, Tierra del Fuego, brindándole apoyo, en el Cabo de Hornos, a la Regata Internacional de Grandes Veleros que todos los años dan la vuelta al mundo.
Se suma a la charla su señora, Cristina, quien comenta que su prima Liliana está casada con un veterano de Villa Dolores que ha quedado muy afectado. Juan Héctor Oviedo, soldado conscripto.
Luis manifiesta que: “los que estamos bien o en mejores condiciones, tenemos que ayudar a los que no lo están”. Agrega que sobre lo vivido, a veces, los mismos compañeros de buque se ponen a hablar y terminan discutiendo porque unos piensan que fue de una manera y otros de otra.
Nos comenta que para los militares de carrera, primero está el servicio y la Patria, después la familia. Eso impacta en las familias y eso le afectó a él. A fines del año 2013 se separó y siente que el retirarse fue complicado, como quien se jubila. Sintió que toda la actividad que tenía, de un día para el otro se terminó.
En el año 2014 comenzó a visitar a muchos amigos de la marina a lo largo y ancho del país. Al primero que visitó fue a un amigo que no veía desde el año 1985/86 y lo visitó por más de 20 días. Con él vino a Villa Dolores a visitar a otros compañeros y fue allí cuando conoció a su actual mujer, Cristina.
Para el conflicto de Malvinas, nos cuenta que él estaba viviendo en Bahía Banca con sus padres. Se encontraba navegando, realizando lo que se llama “Primera etapa de mar”, de 18/20 días.
Nos explica: La Armada planifica para cada año una serie de actividades/ejercitaciones y en marzo de 1982 estaba planificada esta primera etapa, donde salían todas las unidades de superficie a hacer distintas ejercitaciones en el mar o juegos de guerra, con submarinos, aviones, buques, corbetas…
“Ahí es, dónde uno se adiestra, se prepara, simulando situaciones de guerra dentro del buque en el medio del mar”.
El buque se encontraba operando en la zona de Mar del Plata y para el día 12 de navegación, se canceló la ejercitación y les informaron que tenían que volver a Puerto Belgrano. “Por aquellos tiempos y como ahora, en el sur operan distintas flotas y flotillas pesqueras extranjeras, que depredan nuestro mar”. Ellos creyeron convencidos que tenían que ir a patrullar la zona, a interrumpir la pesca ilegal, o a detenerlos…
Llegaron a Puerto Belgrano, en el buque Destructor Piedrabuena, hasta ahí no sabían nada, comenzaron con el reabastecimiento de: víveres, combustible, agua potable, cambiaron municiones de ejercicio por municiones de combate y al cabo de un par de días, zarparon todos los buques hacia el sur. El grupo de buques al que pertenecía Luis fueron los primeros en zarpar el 28 de marzo, desconociendo quienes lo hicieron después.
Al respecto nos aclara que, el canal de navegación que sale de Puerto Belgrano termina en las cercanías de Monte Hermoso. Allí hay una zona llamada El Rincón, dónde se juntaron los primeros buques que salieron y desde allí pusieron proa hacia el sur.
“El componente que iba a tomar Malvinas con las fuerzas especiales y los de desembarco, salió después de nosotros”, relata convencido.
Al segundo día, perdieron de vista a los otros buques que iban con ellos y al tercer día comenzaron a ver muchos pesqueros al noreste de Malvinas, lugar asignado a su buque para operar. Comenzaron a detener y formar a todos los pesqueros en esa zona.
El día 2 de abril, por la madrugada, nos cuenta que, comienzan a recibir por parlante, el mensaje del Almirante Büsser, quien iba comandando una fuerza que se dirigía a Malvinas para la recuperarlas. Allí fue donde el superior del buque les informó que estaban allí para contener a los buques pesqueros y no entren en la zona de operaciones. Por la mañana les informaron que la operación de recuperar Malvinas había sido exitosa, sin bajas para los ingleses, pero si para los argentinos. Había caído en combate el Capitán Giachino y otros heridos.
Ellos continuaron con su rutina de patrullar -a 150 millas de la costa- por dos o tres días hasta que vieron Malvinas de lejos, a unos 4 o 5 km. Eso fue lo único que Luis vio de Malvinas, sus costas.
A partir de ahí todos los buques retornaron a puerto, solamente se quedaron algunos para terminar de hacer su trabajo en Malvinas, el resto se replegó a Puerto Belgrano, arribando el día 7 de abril.
Nos aclara que el único buque que no participó en la toma de Malvinas fue el Crucero Belgrano que estaba en reparaciones desde febrero.
De regreso, agrega, se comenzó con todo un preparativo; se ajustaron más las instrucciones y se incrementaron los ejercicios. Fueron más seguidos y con más tiempo en los puestos de combate. Con guardias de “Crucero de guerra”. Describe que cada hombre dentro de un buque tiene un puesto determinado, llamado “rol de combate” que se asigna cuando entran en guerra. Su rol era manejar una pieza de artillería en la torre 3, en la popa del buque. Cada dotación se ejercita en una mesa de carga. Allí cuando vieron que los ejercicios que estaban teniendo eran intensos, advirtieron que posiblemente volvían a la zona de Malvinas. Y cuando estaban llegando, les confirmaron que el buque volvía a reabastecerse para volver a zarpar hacia el sur y quedando como “Buque a la orden”.
Allí percibió que no iba a tener francos, ni licencias como era habitual cuando un buque llegaba a puerto. Entonces solicitó irse a su casa al mediodía y a las 7 AM estaba nuevamente todos los días, acción que podía hacer por vivir cerca. Su trabajo principal era ser mecánico de las piezas de artillería.
Recuerda que se preparaba mucho, y que en aquel momento había mucho movimiento en la Base Puerto Belgrano. Mientras ponían el buque en condiciones, se ajustaban los cañones para que funcionen correctamente (revisándolos, probando todos los mecanismos, engrasando los engranajes…) desconocían que los ingleses ya habían reaccionado y zarpado hacia Malvinas. Dice que ese trabajo de preparación comenzó el 7 y concluyó el día 16 de abril cuando zarparon nuevamente.
Relata que el día 16 de abril zarpó el Crucero Belgrano que había terminado sus reparaciones y tenían que salir a hacer pruebas de máquina. Atrás de él, zarparon otras unidades y la suya lo hizo por la tarde. Todos ya a bordo, menos el cantinero que era personal civil. Él se había provisto de mercadería, pero no quiso volver a salir. Y embarcó en su lugar, un muchacho jovencito, que se había presentado el día anterior y que estaba sin trabajo.
Evoca que cuando llegaron al Rincón comenzaron con ejercicios de tiro, de hombre al agua. Todos se preparaban para sobrevivir en el mar, para luchar contra incendios, para realizar ejercicios de primeros auxilios o sanidad en combate. Esos ejercicios que los habían potenciado, los hacían de otra manera, preparando la cabeza y tratando de cometer la menor cantidad, de errores posibles.
Esos ejercicios terminaron el 18 de abril y desde ese momento los buques comenzaron a separarse por “Grupos de Tareas” (GT) para las operaciones. Entonces se juntaron con otros destructores. Ellos no vieron a donde se dirigió el Crucero General Belgrano. El día 18 por la mañana les informaron que “a partir de ese momento se terminaban los ejercicios y cuando sonara la alarma de combate, era combate real”. Es decir que era posible que estuvieran frente a un potencial enemigo que tuvieran que combatir. Él allí asumió lo que estaba pasando y percibió cuán preparado estaba. Al respecto, señala que pudo observar el temor de algunos, más que nada, en los de mayor edad. Expresa: “Vi a superiores míos con miedo.”
Relata que la convivencia en el buque era muy especial, eran como hermanos, que si bien se reconocían distintas edades y jerarquías, se formó un equipo muy compacto, de mucho compañerismo y hermandad, donde todos trataban de apoyarse.
Para entonces Luis tenía 21 años recién cumplidos. Era cabo. Lo acompañaban chicos de 17 años de la marina (marineros de carrera) y 53 conscriptos, que eran como hermanos para él. Dice que la marina no hace esa diferencia como en otras fuerzas. “En el buque, todos, forman un equipo”. Señala que un conscripto cuando llegaba a bordo, lo hacía con 30 o 40 días de instrucción militar y el resto lo aprendía a bordo. Él tenía 3 conscriptos en su división, que colaboraban e iban aprendiendo. En el sector de máquinas había como 30, porque allí necesitaban más para realizar la tarea. Los conscriptos eran de Tucumán, Bs. As., Sta. Fe… y eran 30 de clase 1962 y 23 de clase 1963.
Detalla que la dotación del buque era de más o menos 270 tripulantes, pero antes del 16 de abril empezó a llegar gente nueva (“en comisión”), reforzando la tripulación. Subieron más conscriptos, 3 enfermeros más -habitualmente había uno sólo-, un médico (cuando antes había uno para 5 buques) y así hasta llegar a 304 tripulantes. 303 militares y un civil, que era el cantinero.
Todos tenían un rol y a partir de ese día hicieron lo que denominan “ajuste de rol” para las distintas situaciones de combate: combate de superficie (contra otro buque), combate antiaéreo (contra aviones), combate antisubmarino, entonces cada uno ocupaba distintas funciones dependiendo del combate. Luis para casi todos los combates, cubrió la torre 3. Pero para combates antisubmarinos cubrió el grupo de erizo de estribor, que son las armas submarinas que se tiran, caen al mar y si detectan submarinos, explotan. Otra función que tenía, en la cubierta de vuelo, también en las maniobras de reabastecimiento de combustible o agua, traspaso de peso liviano (personas) y traspaso de peso pesado (municiones o víveres). Explica que el buque siempre debe estar abastecido de combustible, agua, víveres, para estar listo para la acción. Esa actividad, generalmente, se realizaba desde las 4 A.M y cuando amanecía debía terminar.
Todos los buques de la Flota de Mar, conformaban la Fuerza de Tareas 79, a su vez se subdividían en Grupos de Tareas: 79-1, 79-2, 79-3 y 79-4., El buque donde estaba embarcado Luis, conformaba el GT 79-2 compuesto por los Destructores Bouchard, Piedrabuena, Hércules, Py y Seguí.
El día 24 de abril cambiaron la conformación de los grupos de tareas. Para este entonces el Crucero General Belgrano había llegado al Sur, designado al GT 79-3 en las proximidades de Islas de los Estados, Tierra Del Fuego junto con un grupo de buques auxiliares más chicos. El Crucero ingresó al Puerto de Ushuaia, a reabastecerse de combustible y cambiar municiones, porque tenía una parte de ella que no se podía disparar. La logística se llevó a cabo desde puerto Belgrano con aviones de carga.
Para ese momento las fuerzas británicas venían en camino, situación que ya sabían desde el día 17. Los ingleses armaron una fuerza de tarea y no estaban en la mejor situación. Ellos tenían buques desplegados por varios lugares del mundo y venían de muchos días de navegación y con buques rotos. Ellos tuvieron que replegar los barcos que estaban en mejores condiciones al Peñón de Gibraltar y le dieron esta tarea al Almirante Sandy Woodward como comandante de las fuerzas británicas.
Relata que el día 24 de abril les comunican que los ingleses habían dirigido sus buques de avanzada a las Islas Georgias del Sur, con la intención de recuperarlas, lugar donde se produce un incidente con el Submarino argentino “Santa Fe”. Mientras tanto el Crucero, como buque de guerra, estaba sólo en las Isas de los Estados y debía ser escoltado por otras unidades de combate, porque los buques que estaban con él, eran buques auxiliares, y no de guerra. Allí designaron a los Buques Piedrabuena y Bouchard a sumarse al Grupo de Tareas 79-3. A las 15.00 hs se separaron del grupo que formaban parte (79-2), poniendo proa al Sur, para ir a escoltar al Crucero. A mitad de camino el Destructor Bouchard tuvo problemas de máquinas y debió entrar a Puerto Deseado a repararlos, mientras que el Piedrabuena siguió navegando al encuentro del Crucero.
El día 28 por la mañana se encontraron con el Crucero en Isla de los Estados. Recuerda que era una mañana soleada con algo de neblina y practicaron una tradición que habitualmente lo hacen con las unidades que hacía rato que no veían. La bienvenida la hacían poniéndose a la par y tirándose con papas, cebollas, huevos, siendo correspondidos de la misma manera. Situación que les quedó muy grabada porque se gritaron “ustedes son unos amargos”, “venimos a ayudarlos porque ustedes no sirven…”, etc.
Por la noche, repasa, el Crucero se recostaba sobre la costa rocosa de la Isla de los Estados. Quedando, el buque de ellos, afuera y sin navegar, con máquinas paradas (al garete). Luis cubría Crucero Guerra de las 16 a 20 hs. Luis nos aclara que: “Crucero de guerra” se denomina a la organización del buque para el combate. Conformándose la tripulación en grupos de guardia, en el rol o puesto de combate. Crucero de Guerra 1, es la condición de combate completa 100 %, los 300 tripulantes cubren los puestos de combate. La condición 2, el 50 %, es decir 150 hombres cubren combate, mientras los otros 150 descansan; y la condición 3, es cuando 100 hombres, 33 %, cubren sus puestos de combate y los otros 200 descansaban. Esta última condición se hacía en tres turnos de cuatro horas: de 8.00 a 12.00 hs., de 12.00 a 16.00 hs., y de 16 a 20.00. Correspondiéndole a él, la guardia 3. Mientras en la condición 2, los turnos eran de 6 hs. y en la 1, era todo el tiempo hasta que el combate terminara.
Luis, nos cuenta que, vivía permanentemente en la Torre, (pieza de artillería), rara vez iba a dormir a su cama, aunque no tenían mucha calefacción en la Torre, se quedaba igual; ahí dormían, cocinaban y comían. Prefería estar ahí con sus amigos, querían estar siempre “al pie del cañón” y listos para la acción.
El día 29, el Comandante del Crucero, que comandaba el grupo de los buques que lo integraban, recibe la directiva del comando superior: “que se levantaban las restricciones de armas”. Se cambiaban las reglas de empeñamiento. Al respecto aclara: las Fuerzas Armadas no podían usar las armas libremente si no recibían la orden de las autoridades de más alto nivel para poder usarlas. A partir de ese momento podían hacerlo, si eran amenazados.
Poco después de las 20 hs, de ese día, sonó la alarma de combate, Luis volvió a su rol de combate, se calzó un salvavidas, puso en marcha el cañón que él debía operar en la torre 3, mientras pensó todo lo que debía hacer sin cometer errores. Sintió que su torre estaba en marcha, que ya todos estaban en sus puestos, los que abastecían de municiones, los que las cargaban, los apuntadores del cañón, en fin, todos. Comenzaron a enumerarse en sus puestos, hasta que finalizado, el jefe de torre anunció al superior: “¡Torre lista!”. Luis sintió mucha adrenalina y que esa situación era real y que algo pasaba, aunque estaban lejos de las Malvinas.
Comenta que, el operador sonar, había percibido (escuchado) un contacto (ruido) en superficie a unos 4 o 5 km, que navegaba a alta velocidad, el sonarista escuchó las hélices de otro buque. Sabían que el crucero estaba parado, conocían la posición del Bouchard y al estar ellos gareteando (máquinas paradas), era un desconocido, por lo que se accionó la alarma de combate.
El contacto se acercaba hacia ellos rápidamente, les ordenan: ¡cargar cañón!, por lo que amunicionan al cañón, el proyectil cayó en la bandeja y entró a la recámara. Luis tenía el control del cañón y era el responsable de accionar el gatillo de disparo. El radar de tiro estaba traqueando el blanco (encima del blanco), lo tenían en la mira a 4500/5000 yardas. Ellos no contaban con visor nocturno y Luis tenía pegado el visor en su cara, mientras pensaba “lo tengo que ver”. Comienzan a cantar la distancia del blanco en acercamiento y cuando oye “3.500 yardas” (3.200 mts), piensa “tenemos que disparar”, entonces saca el seguro como medida anticipatoria y esperó recibir la orden para accionar el gatillo de disparo. Mientras que esperaba la orden de “fuego”, repetía “¡cañón cargado y en seguro!” y escucha “¡Alto el fuego!”, “¡Alto el fuego!”.
Luis recuerda que ese momento fue de mucha tensión, fue vivido así muchas veces. En esa oportunidad había sido una lancha de la Armada Argentina la “Indómita” que patrullaba el Canal de Beagle hasta Islas de los Estados, se encontraba realizando ejercicios con otra lancha y había adelantado en el tiempo su recorrido e ingresando por una zona que no era la indicada por el Crucero. Luis concluye diciendo “estuvimos a punto de hundir una lancha nuestra”.
Esa situación se produjo porque la lancha no informó que iba a aproximarse a ellos. Bajo el radar y apuntado con los cañones de ellos, sabiendo esto, un cabo jovencito de la lancha adviertió que era uno de los buques de ellos, pero el comandante le decía: “¡negativo!, no se identifiquen”. El cabo, desobedeciendo la orden, subió al puente de señales y comenzó a identificarse con señales de luz y los vigías del destructor lo vieron con sus prismáticos, percibiendo que era la lancha Indómita. Avisaron de inmediato, y así se detuvo el procedimiento de combate.
Ese fue el primer pico de tensión de combate vivido. Les sirvió para reconocer que estaban preparados por la rapidez en la que resolvieron la situación. Cargaron todo en tiempo y forma. Fue también el momento donde entendieron que debían permanecer allí, en la torre. A partir de allí decidieron vivir ahí adentro.
El día 30 el destructor Bouchard se reencontró con ellos y comenzaron a reabastecerse de combustible del buque petrolero de YPF “Puerto Rosales”, estaban haciendo maniobras de combustible desde la madrugada y a las 9 hs cuando tocaron combate nuevamente, combate antiaéreo. En ese momento pararon todo y Luis y otros largaron las maniobras con las mangueras. Se cortaron todos los ganchos de seguridad y procedieron a cubrir los puestos de combate, por 20 a 25 minutos, hasta que retomaron los puestos de reabastecimiento.
Luis aclara, que el buque había detectado un avión, “mirón”, que hacía vigilancia. Los buques con los radares emiten un código que se llama “amigo- enemigo”, envía una señal, el avión la recibe y si es amigo tiene un código y contesta “amigo”, caso contrario, no contesta y si no es así, es “enemigo”. En ese momento el avión no contestó y por eso se tocó combate. Luego se identificaron por otro canal de radio sabiendo que podían ser derribados, y avisaron que era un avión chileno.
Finalizada la guerra se supo que el día 1° de mayo entre las 14 y 17 hs, el comandante del Crucero convocó a los comandantes del Piedrabuena y del Bouchard para informarles que había nuevas directivas del Comando Superior. Debían patrullar toda la zona sur, en unas zonas determinadas. Al Sur Oeste de Malvinas, zona MIGUEL, donde estaba el GT 79-3. Al Sur, zonas LUIS y JULIÁN y más al Sur Este, zona IGNACIO. Ellos debían patrullar zonas LUIS y JULIÁN, estar listos para el combate. Se tenía conocimiento que buques ingleses estacionaban muy cerca de la zona IGNACIO después de bombardear las posiciones argentinas en las islas.
Ese día 30 y 1 de mayo todo el GT 79-3 ya estaba reabastecido de combustible. A la tarde comenzaron a navegar hacia zona JULIÁN, por el sur de Malvinas fuera de la zona de exclusión. Llegaron a JULIÁN cerca de las 20 hs. A 21:00 hs,, hubo cambio de planes, y el comando superior ordenó navegar a zona IGNACIO para hacer una incursión de combate contra las fuerzas británicas. El GT 79-3 lo haría por el Sur y los GT 79-1 y 79-4 lo harían por el Norte. Se estimaban esas acciones entre las 6:30 a 7:30 hs del 2 de mayo.
Desde ese mismo momento se ordenó cubrir puestos de combate a las 21:30 hs. En formación de combate avanzaron hacia la zona ordenada. Luis relata que todos los tripulantes vivieron esos momentos en máxima alerta y con mucha tensión, en silencio y con nada de luz, con una tensa calma y a la espera.
Aquella era una noche muy cerrada, muy nublada y con viento. Así avanzaron los tres navíos al punto indicado, la noche se hizo larga. A las 04:30 hs ya en zona IGNACIO, ordenaron cambiar el rumbo hacia el Norte para estar cerca de las fuerzas británicas e iniciar el ataque.
A las 05.00 hs. recibieron un mensaje para toda la FT 79: debían cancelar el ataque programado. El GT 79-1, conformado por el Portaviones, no pudo hacer despegar sus aviones de combate para realizar el primer ataque, por falta de viento, viento necesario para que los aviones puedan despegar con toda su carga de explosivos y combustible para la misión.
Se abortó la misión y una nueva comunicación les indicó – pasada las 5 AM- que debían regresar a una zona cercana al continente zona LUIS, ya que se encontraban muy cerca de las fuerzas británicas, y debían rápidamente alejarse de allí. Volvieron al sur hacia la Isla de los Estados, navegando en medio de un temporal de fuertes viento y con un mar con olas de más de 8 metros. Ya lejos de la zona de posibles contactos o enfrentamientos con los ingleses, a las 10 AM levantaron puesto de combate – de condición 1 pasaron a 3- y como no era el turno de Luis y había pasado todo el día y la noche en el puesto de combate y el fuerte temporal sacudía el buque, decidió irse a acostar vestido. Cuando estaba adormecido escuchó nuevamente el anuncio de combate (eran casi las 16 hs). Entró rápidamente a su torre y al ser mecánico de torre, puso todo al servicio, verificó que todo esté en marcha y se dirigió a ocupar su puesto. Cuando se colocó su chaleco escuchó la orden “cubrir combate antisubmarino”. Se abrigó para salir a cubierta y al ocupar su lugar comenzó a escuchar como crujía el buque, producto del golpe de las olas. Al abrir la puerta de su torre y bajarse a la cubierta, se encontró con un compañero que le dijo “Luis le pegaron al crucero”… se detuvo y mirando hacia la aleta de estribor respondió, “¡no puede ser allá está, míralo!”. Luis recuerda haber divisado su silueta entre las gigantescas olas a las 16 PM. Continuó su camino hasta su puesto, tomándose de los costados del buque, con el mar sumamente agitado y con el buque que hacía caídas en zigzag. Luis expresa que no entendía que sucedía. Pero como la fuerza había sido atacada por un submarino, ellos también podían llegar a ser atacados, por eso se hacían esas maniobras evasivas. Ese zigzag con el mar embravecido y en velocidad, hacía que el buque se sacudiera y eso le provocó algunas averías. Cuenta que eso duró una hora u hora y media.
Al haberse roto las líneas telefónicas quedaron incomunicados y Luis presumía que el agua los iba a llevar y nadie se iba a enterar. Por ello, resguardando al conscripto y marinero, que tenia de ayudantes, decidió enviarlos abajo del rompeolas y él se quedó arriba. Cuando vio que no podía resolver la situación porque el agua golpeaba y se llevaba todo, decidió entrar con ellos. Allí se quedaron unas tres horas dormidos producto del zamarreo del buque y la descompostura sufrida.
Cuando Luis se despertó, advirtió que el buque estaba tranquilo y al abrir la puerta vio que todas las luces estaban encendidas, situación que lo alertó porque de noche navegaban a oscuras. Vio gente corriendo y que le decían que el Crucero estaba hundido. Los de arriba del puente, los del cuarto de operaciones sabían que habían perdido contacto. El buque estaba volviendo a la zona donde habían perdido contacto con el Crucero. El último contacto con el Crucero había sido a las 17:00 hs y que el buque desde ese momento, había navegado unas cuatro horas.
Luis pasó por su torre y aprovechó a cambiarse porque estaba todo mojado y con frío, se acostó para entrar en calor y se volvió a dormir. Cuando se despertó era de madrugada y estaban cerca del lugar del hundimiento. Había mucha gente despierta, el buque todo iluminado, los reflectores apuntaban al mar donde se veían manchas de petróleo y algunas cosas flotando. Todos colaboraron en buscar “algo” en el mar. Eso era el día 3 a la madrugada y cuando se hizo de día el buque comenzó con la búsqueda de náufragos del crucero, junto a buques de rescate que se les unieron para eso.
Al buque le pegaban las olas, él estuvo ahí afuera expuesto con mucho frío y mojado por el impacto de las olas que golpeaban al buque, pero igual seguían atentos a encontrar alguna balsa.
Relata que en esos momentos recordaban aquel encuentro del día 28 con el Crucero en que se tiraron con papas y les decían que lo tenían que ayudar porque estaban solos, y su cabeza empezó a recorrer todos esos momentos, los compañeros que les tiraban cosas… (Se emociona).
A partir de allí, comenzaron a llegar los aviones para búsqueda de los sobrevivientes.
Desde la Base Río Grande, habían despegado dos aviones Neptune, el P111 y P112- aviones de exploración- cada uno tenía una zona determinada de búsqueda. Pero no encontraban nada por el temporal que había. Luis razona en voz alta: “si no veían nada los aviones” ¿qué íbamos a ver nosotros? Pero nadie los sacaba de la cubierta”.
Así que estuvieron toda la mañana ahí y a las 13:15 hs el avión Neptune P111, que había cambiado la zona de búsqueda más hacia el sudeste, quedándole menos de una hora de vuelo, le dan la orden para volver, porque le alcanzaba el combustible para su regreso a su base en Rio Grande.
Cuando el avión gira para volver, divisa lo que podía ser una balsa y decide bajar más cerca del mar. Da una vuelta y confirma que había un grupo de balsas. Los tripulantes de las balsas le hacen señas con bengalas, el avión pasa rasante anunciando que los vieron y ahí comunican la posición de ellos. El buque de Luis se dirige allí, tardando aproximadamente una hora y constituyéndose en ser los primeros en llegar. Manifiesta que el rescate de la primera balsa fue una desilusión porque estaba vacía. Luego de destruirla, para que a otros rescatistas no les sucediera lo mismo, a unos 15 minutos comenzaron a divisar una balsa tras otra. Luego llegaron los buques Bouchard y Gurruchaga. Las balsas se encontraban desparramadas, porque si bien se tiran al mar atadas, el fuerte temporal las había desatado. El rescate comenzó el día 03 a las 15 hs. y duró toda la tarde y toda la noche, hasta la tardecita del día 04. El buque donde estaba Luis rescató 273 náufragos, de los cuáles uno había fallecido antes del rescate. Luis nos explica que un sujeto puede llegar a vivir entre 3 o 4 minutos en el agua, por la baja temperatura. Muchos sufrieron hipotermia.
Después de casi tres días de intenso trabajo de rescatar náufragos se dirigieron al Puerto de Ushuaia. Los esperaron con un gran operativo para recibir a los rescatados y darles todo lo necesario; atención médica, abrigo, comida y bebida caliente. Después fueron trasladados al Aeropuerto y de allí a la Base Espora en la Provincia de Buenos Aires. El traslado se hizo en varios vuelos con aviones de transporte, para llevar a los 770 sobrevivientes y 23 fallecidos.
Luis continúa diciendo… “Nosotros éramos 304 y arriba de ese poco lugar que nos quedaba, subimos a 273”. Así llegaron al Puerto de Ushuaia con 577 personas a bordo…un rescate exitoso…a pesar de la tragedia.
Luego los buques que quedaron del GT 79-3, el Piedrabuena y el Bouchard, fueron designados para patrullar las costas de Tierra del Fuego, frente a la zona de Río Grande, donde se encontraba la Base Aeronaval, desde dónde operaban los aviones que hundieron varios buques ingleses. En ese lugar tuvieron varios momentos de mucha tensión. Nos cuenta que la presencia de ellos allí hizo malograr una misión secreta inglesa llamada “Mikado” que consistía en destruir los aviones Super Etendard. Al respecto detalla que la tarde noche del 16 de mayo, estando los dos buques anclados en cercanías a la costa, se detectó un contacto en superficie, se sospechó que era un desembarco de botes con fuerzas especiales británicas de un submarino. Inmediatamente el Destructor Bouchard abrió fuego con sus cañones de proa y esa acción malogró un intento más de los británicos por llevar a cabo la misión secreta Mikado.
Concluye el relato diciendo que…El despliegue de ellos en el sur terminó el 6 de julio y arribaron a Puerto Belgrano el sábado 10 de julio, por la mañana, con un día nublado y lluvioso. Nadie los esperaba y no se veía ninguna actividad en el puerto. El Piedrabuena fue el último buque en regresar.
Al mediodía de ese 10 de julio, se fue a su casa y se reencontró con su familia.
Entrevista realizada por: María Cecilia Pérez
Fotografía y videos: Dolores de Torres