Julio Armando Ávila

Julio Armando Ávila nació el 27/06/1962 en San Juan. Vive en Villa de las Rosas
Julio conversó con nosotros, pero nos brinda sus vivencias sobre la guerra, que ya ha escrito por su cuenta, en este objetivo que es “para conocer la historia viva”. El texto es copia de su redacción:
No me la contaron.
Mi experiencia en la guerra de Malvinas
Pertenecía a la tripulación ARA Bahía Paraíso, un transporte de carga con dos bodegas para mercadería en general y tanques de aprovisionamiento de combustible. Zarpamos a la Compañía Antártica el 11 de diciembre de 1981 con el objetivo de reaprovisionar las bases que Argentina tiene en la Antártida, recambio de personal y científicos, mantenimiento de balizas, etc.
Nuestro buque realizaba su viaje de bautismo ya que era completamente nuevo, recién salido de los astilleros Príncipe y Mengui de la Boca, Buenos Aires, con la más alta tecnología. Fue un día muy especial para mi y un logro personal, porque no solo conocería la Antártida, sino que cruzaría el ultimo paralelo que me faltaba: el Círculo Polar Antártico.
Mucha gente se llegó para despedirnos al Apostadero Naval Buenos Aires, mucho sol y algarabía. No sería así a nuestro regreso.
Realizamos varios viajes a la Antártida y desde allí al continente. En Ushuaia, puerto San Julián, Puerto Deseado, nos abastecíamos, según la carga y los requerimientos de las bases.
A la edad de catorce años, en 1977, ingresé a la Armada Argentina y traté de hacer todo lo mejor para orgullo de mi familia que desde San Juan soñaba con verme llegar con mi traje de marinero. Mi sueño se iba haciendo realidad, en 1978 obtuve uno de los mejores promedios, lo que me valió dar la vuelta al mundo en el ARA Fragata Libertad.
Al regresar me anoté para hacer el curso de buzo táctico en la base Naval de Mar del Plata, donde me capacité para realizar misiones submarinas, terrestres y costeras, como también operaciones de búsqueda, rescate, salvamento y operaciones navales especiales. El 1980 me recibí y poco después me dieron un nuevo destino
Parte de la historia que muchos no conocen fueron los secretos de la operación ALFA. El incidente producido en las Islas Georgias del Sur que resulto ser el detonante de la guerra
En el siglo 19 y principios del 20 se habían instalado diversas factorías de ballenas en Puerto Leith que habían quedado completamente en desuso, en calidad de chatarra. El empresario Constantino Davidoff, director de la empresa Georgias del Sur S.A. adquirió en 1979 de la empresa Christian Salvenaen, el derecho para retirar los restos de las instalaciones balleneras de Puerto Leith y otros puertos menores de la isla. Con el fin de transportar obreros y equipo para el desguace de las plantas, Davidoff solicita el permiso correspondiente ante el Ministerio de Relaciones y a la Armada Argentina, con quien acordó la posibilidad de arribar a las islas al menos dos veces al año.
El conflicto comienza con el desembarco de obreros de Davidoff y sus equipos sin pasar Grytviken como exigía el gobierno británico y con el izamiento de la bandera argentina en Puerto Leith donde se encontraba la vieja factoría. Esto puso mal a los ingleses que exigieron el inmediato desalojo de todo personal. En esa fecha, la única presencia británica en Puerto Leith era un equipo del British Antarctic Survey, institución del Reino Unido dedicada a la investigación científica. Para esos momentos en Grytviken ya se encontraban veintidós comandos ingleses desembarcados del buque polar HMS Endurance.
En Ushuaia embarcamos al grupo ALFA al Bahía Paraíso compuestos por el teniente Astiz y otros suboficiales superiores y subalternos integrantes de la Agrupación de Buzos Tácticos como el teniente Carrilaf, Celiz, Ramos, Mila, Ponce, Montenegro, Zamudiudio, todos conocidos ya que pertenecíamos a la misma agrupación.
Partimos desde Ushuaia con rumbo a la Antártida. En navegación nos informaron que se nos unirían Lucero, Chazarreta y Ávila para realizar desembarco en puerto Leith, Islas Georgias, para resguardar a los trabajadores de la empresa de Constantino Davidoff. Eso fue un 24 de marzo de 1982. Eso hicimos, pero no sin dificultad ya que tuvimos que eludir varias veces al Endurance, que poseía armamento, cañones y misiles en tanto que el Bahía Paraíso era solo buque de transporte.
A partir de ese momento esperamos el apoyo y las ordenes para tomar Grytviken. El apoyo llegó el 3 de abril en la corbeta misilistica ARA Guerrico y las ordenes eran ocupar Grytviken y mantener Puerto Leith a fin de asegurar el dominio de las Islas Georgias. Las ordenes además incluían pedir la rendición sin abrir fuego.
A dicho petitorio ellos abrieron fuego produciéndose el deceso del cabo Guanco de la Guerrico, hiriendo a dos mas y derribando el helicóptero Puma del ejercito con personal produciendo cinco heridos y dos bajas más.
Fue entonces cuando abrimos fuego desde tres Casamatas o refugios, con fusiles y ametralladoras 20mm. Fue cuando un tiro certero hirió al jefe ingles en el codo produciendo su rendición de los 22 comandos ingleses. Posteriormente se embarcaron los prisioneros en el ARA Bahía Paraíso y también a Lucero, Chazarreta y Ávila que pertenecían a esa unidad. Nos dirigimos al continente a descargar a los muertos, heridos y prisioneros.
Con el transcurso de los días pensamos que ya había terminado todo ya que nos dijeron que con tan solo 48 a 72 horas que nuestro pabellón estuviese izado, ellos habrían perdido los 149 años de usurpación perdiendo todo derecho internacional ininterrumpido. Pero esto no fue así, esto recién comenzaba. Nos dirigimos a Puerto Belgrano donde transformaron al Ara Bahía Paraíso en buque hospital. Se montaron nuevos quirófanos, cambiaron el color naranja por blanco con la cruz roja y embarcaron más personal de sanidad.
Zarpamos a Puerto deseado a cargar container con pertrechos y alimentos para llevarlos a Malvinas, misión que no sería fácil por la inspección que teníamos para realizar por los integrantes de la Cruz Roja Internacional en alta mar. Fueron muy claros “para que el enemigo nos respete debíamos cumplir como buque hospital solamente y no de aprovisionamiento”. En dos oportunidades realizando carga de heridos nos intimaron tirándonos con misiles desde los aviones ingleses impactando cerca del muelle, en un pequeño caserío abandonado y pasando muy cerca del puente de mando porque en dicha maniobra de carga de heridos desembarcamos también mercadería.
Por eso cuando escucho preguntarse qué pasó con los víveres y ropa que la gente donaba que no llegaba a las tropas… no era fácil el desembarco ya que poníamos en riesgo el buque por interferir con las normas de la Cruz Roja.
Pasado el 20 de abril desembarcamos en Georgias. Ya el día 25 de abril llego el submarino Santa Fe con víveres y comandos anfibios esperando el inminente ataque ingles con el destructor Antrin y la Fragata Brilliant y Plymouth, buque tanque Tidispring, el Endurance y el submarino nuclear HMS Conqueror, este último, días más tarde hundiría al ARA General Belgrano.
Los helicópteros del Antrin abrieron fuego dando en la torreta del submarino Santa Fe produciendo la muerte del Suboficial Almonacid e hiriendo a González y a Alberto Macia. A mi me tocó una esquirla en la rodilla. Me di cuenta horas más tarde. González perdió las dos piernas y Macia una de ellas, pero logramos derribar helicópteros Wessex disparando desde la colina. En ese momento yo me encontraba al costado del submarino realizando tareas de control en el casco ya que el mismo debía regresar a Malvinas.
Ese día 25 de abril el capitán Lagos se rinde ante la superioridad de armamentos y hombres. Fue muy triste, Grytviken era poseída por los ingleses. Al día siguiente se rindió Puerto Leith. A los heridos nos trasladaron al Bahía Paraíso y los 180 hombres (civiles y militares) argentinos fueron llevados como prisioneros al buque Tidispring. A mis compañeros les salvaron la vida, a mí me enyesaron, no era una gran herida, pero lo mas importante es que estaba nuevamente a bordo de mi buque, el Bahía Paraíso. Sería el destino.
Fuimos al continente, bajamos los heridos excepto yo que le pedí al Comandante quedarme.
Saliendo del continente, en Puerto San Julián, nos enteramos del hundimiento del ARA General Belgrano y salimos al rescate. Llegamos al auxilio de las últimas balsas. Habían pasado 48 horas desde el hundimiento cuando llegamos al lugar. Fue un momento que nunca podré borrar de mi mente, que me acompaña desde entonces. Fue muy triste cuando desde las balsas nadie respondía a nuestro llamado. Lo primero que vimos fue una balsa con cuatro personas, una de ellas con una linterna encendida en el pecho y todos con los ojos grises, muertos por congelamiento. Recuperamos 19 personas sin vida, congeladas, pero también logramos rescatar algunos sobrevivientes. Fue muy triste. Hay imágenes que no se pueden arrancar del alma.
En un momento pensé: “tantas muertes en tan poco tiempo!”. Me consideré un protegido ya que sigo vivo, solo Dios sabe por qué. Los cadáveres fueron colocados en la cámara frigorífica del barco y nos dirigimos a Ushuaia. Al llegar desembarcamos a los sobrevivientes y los muertos fueron puestos en el hangar para helicópteros con calefacción para descongelarlos y luego ponerlos en ataúdes. Vivir eso no es fácil ya que uno piensa que quizá podríamos haber salvado a más compañeros. ¿En qué fallamos? todo es muy duro y muy real, y pasa tan rápido, parece un flash. Se respira profundo, se toma coraje y la determinación de seguir luchando ya que esto era el principio de los días venideros. Nuestra misión era de buque hospital, pero siempre infringíamos el tratado y cuando se podía nos apurábamos a bajar víveres ante todos los riegos. Cumplimos lo mejor posible en salvar vidas. Cada día era un logro porque ver morir a un compañero es muy triste y te deja una marca para siempre, que con el pasar del tiempo se transforman en grandes heridas que cuesta que cicatricen. la guerra nos marca para siempre y muchas veces uno trata de aparentar que esta bien, que no pasa nada, pero no es así. Todos cargamos con una gigantesca mochila de sueños rotos, recuerdos espantosos, insomnios crónicos y miedos. Algunos con secuelas físicas por amputaciones y la mayoría con secuelas psicológicas porque quedamos abandonados, olvidados, sin reconocimiento. Somos sobrevivientes.
Hicimos incesantes viajes del continente a Malvinas, muchas veces tocaban la alarma de alerta ya que se trataba de submarinos que nos aparecían de la nada y pensábamos en qué momento nos tiran un misil. Si lo hicieron fuera de las 200 millas al ARA General Belgrano, por qué no a nosotros que nos adentrábamos seguidamente al cinturón del conflicto.
Los mensajes que recibíamos por radio nos ponían orgullosos al enterarnos de los daños que le íbamos realizando a la flota inglesa que ya tenían el apoyo de las grandes potencias como Estados Unidos y nosotros recibíamos el apoyo de Perú, que mandó 10 aviones de combate Mirage 5, que fueron aceptados dejando fuera a sus pilotos para que no entren en el conflicto. Bolivia ofreció 25.000 voluntarios para el combate oriundos de Villazón y sus alrededores.
Pasaron los días y nos dijeron que siete buques de la flota inglesa fueron hundidos: el portaaviones HMS Invencible, el buque logístico HMS Sir Tristán, el buque logístico y desembarco HMS Sir Galahad, el portaviones HMS Hermes, la fragata HMS Ardent, el destructor HMS Coventry y la fragata Antelope.
Con esta información creíamos tener la guerra ganada ya que ellos habían perdido el 50% de su flota muy lejos de su continente para reaprovisionarse. Entonces descubrimos la gran traición de Chile que aportó a los ingleses apoyo logístico e información. Sabíamos que eran aliados de Estados Unidos e Inglaterra, pero traicionar a un hermano que gracias a nosotros fueron liberados. Treinta años después esto dejo de ser secreto. Lo reconoció públicamente el Official ingles Edwards de la Real Fuerza Aérea británica. “Mi opinión personal-y creo que fue compartida por mis jefes en el Ministerio de Defensa y por Margaret Thatcher-es que la ayuda que recibieron de parte de Chile fue absolutamente crucial. Sin ella, hubiésemos perdido la guerra”.
Llegando a los primeros días de junio nos enteramos del gran desempeño de la fuerza aérea del batallón de Infantería de Marina 2 y 5 (BIM 2 y 5) que son huesos duros ya que tienen entrenamiento y base en el sur de Rio Gallegos.
Pero uno de esos días no sé qué pasó. El 14 de junio fue el día mas triste para nosotros cuando firmaron la rendición. Tuvimos que realizar dos viajes al continente trayendo a nuestras tropas y por último a nuestro lugar de origen: Buenos Aires, apostadero naval. Llegamos el 27 de junio de 1982, un día que nunca olvidaré. Después de seis meses y medio lejos del terruño y de mi familia, ese día en espacial era mi cumpleaños. Casi no había gente para recibirnos, ni sol, ni algarabía. Soledad y desilusión, esa era la señal de la derrota que tendríamos que sufrir por años, que revivir en cada desprecio, en cada negación. Por eso aprendimos a luchar dio a día, por eso no somos ex combatientes sino Veteranos de guerra de Malvinas (VGM), porque seguimos la lucha todas las noches en nuestras pesadillas y de día con la injusticia de parte de algunos ciudadanos.
Me retiré en 1997 y conseguir trabajo para un “loquito de la guerra” era muy difícil. Terminé el secundario como Técnico Hidráulico. Hice muchos cursos: plomero, albañil, electricista, pintor, técnico de maquinas de coser industriales y familiares. Nada servia para conseguir trabajo y por eso aparecían los suicidios que hoy casi superan a los muertos en Malvinas. Algunos pudimos salir adelante gracias al apoyo de nuestras familias, otros no lo lograron. Yo me considero un privilegiado porque me toco una compañera que supo acompañarme y me apoya en los momentos más difíciles.
Para nosotros, los sobrevivientes de la guerra, cada día es una lucha que tenemos que librar. NO OLVIDAR. ¡¡¡Viva la patria!!!
Epílogo:
Nací un 27 de junio en la capital de la provincia de San Juan quizá como un presagio. El frio invernal se metió en mi piel y mis huesos, tal vez por eso Dios me ayudó a soportar diecinueve años después, el frio, el miedo, el terror de la guerra, a pesar de ser joven e idealista y estar orgulloso por defender a mi patria. Estudié y me esforcé con los sueños y las ganas de todo joven de provincia, quería un futuro mejor y ver el orgullo en los ojos de mis padres cuando regresaba a visitarlos con mi traje de marinero.
Me pidieron que hable, que cuente sobre la guerra, me dijeron que soy la historia viva y que debo dejar mi testimonio para que nuestros jóvenes no olviden jamás la gesta de Malvinas.
Transcurriendo los primeros meses de 1982 y cumpliendo otro de mis sueños me encontraba en el Transporte Polar Bahía Paraíso, cumpliendo la misión de soberanía antártica. Nada hacía imaginar que tan bello sueño seria coartado por un conflicto bélico (guerra de Malvinas).
El 1 de abril de 1982 se nos ordenó el desembarco en las Islas Georgia. Tal misión no se pudo llevar a cabo por falta de apoyo y armamento, la cual se cumplió el día 3 de abril con el apoyo de la Fragata Guerrico.
Este fue el comienzo de una pesadilla sin fin, seria muy largo, me llevaría años y muchos mas que unas pocas paginas para poder contar lo vivido por mi y mis compañeros y aun así solo aquel que vivió en carne propia los horrores de una guerra puede entender lo que me cuesta, lo que lucho cada día por encontrar la fuerza para sobrevivir, ya que desde hace cuarenta años mis sueños se hicieron añicos. Perdí mi pierna, por ende, mi carrera de buzo táctico, mi cabeza no pudo soportar tanta presión, al regresar soñábamos ser recibidos por nuestra gente, con respeto, compasión, pero nos olvidaron, nos discriminaron, no nos daban trabajo, por ser ex combatientes nos hacía peligrosos, estábamos locos, muchos compañeros se suicidaron, otros murieron deprimidos, tristes y solos. Nuestras familias sufrieron y sufren las consecuencias del dolor que produce la guerra en el ser humano.
Para mi la guerra no terminó, libro cada día una batalla, mis pesadillas son casi permanentes, duermo mal, a veces no puedo vencer la ira que me invade, sé que lastimo a las personas que mas amo, pero Dios sabe que lucho, que quiero volver a soñar. Si pudiera pedir un deseo: pediría que jamás el pueblo argentino olvide que las Malvinas son argentinas y luche cada uno desde su lugar, por ellas.
Esta fue nuestra lucha, pusimos alma, vida y corazón
Aunque en la actualidad todavía mucha gente nos discrimine, los perdono desde mi corazón, como buen argentino. Gracias. Julio A Ávila.
Transcripción del texto: Mary Luque
Fotografía: Daniel Murua

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