Atilio Francisco Ponce. Nació el 24/12/1963 en la Paz, donde aun reside
Llegamos a su casa después de entrevistar a Jorge Aguilera, otro veterano de La Paz. Atilio no estaba en ese momento y su esposa nos cuenta algunas anécdotas mientras esperamos que su compañero vuelva. Nos dice que cuando hay tormenta y van manejando, ella tiene que estar atenta, porque cuando aparecen los relámpagos “él larga el volante’. “Se tapa la cabeza”. Son parte de los traumas conque convive aún. “Los veteranos nunca tuvieron asistencia psicológica y debieron tenerla”. Los dos de La Paz y se casaron cuando tenían 20 años.
Él supo contarle que siempre tuvo frio. “Que alguna vez robaron un palito de leña para calentarse. Lo trozaban para calentarse, pero si los hubieran descubierto los podrían haber estaqueado por ese robo”. Tiene una amistad con Pérez-otro veterano de La Paz- como “si fueran gemelos”. Ponce estaba en la cocina y les proveía a sus compañeros alguna verdura o mercadería para que pudieran alimentarse.
Su esposo sufre mucho el dolor de pie por el frio durante el conflicto. “Son como pinchazos”. Respecto a la salud, deben tramitar todo en villa Dolores, ya que en la Paz no tienen cobertura médica. Hace como 4 años tuvo la asistencia del Dr. Aman, que luego lo derivó a otro médico, pero ya Atilio no quiso ir mas
Tuvieron seis hijos. Antes Atilio no hablaba. Nunca quiso ir a la escuela a contar su experiencia, a pesar de que sus hijas lo invitaban a hacerlo. Pero no quería. Hace un año- un nieto que vive en Luyaba- le preguntó, porque debía hacer un trabajo de investigación para la escuela y entonces empezó a contar. Pero en general “ha sido muy cerrado”
A su esposa le fue compartiendo vivencias de la guerra de a poco y en las reuniones-cuando se junta con otros veteranos- oye lo que cuenta. Vieron la película “Iluminados por el fuego” y al ver que estaqueaban soldados, le preguntó si eso había sucedido y él contestó que cree que sí. Porque robaban comida o como castigo. La vieron en la casa de Mario Barros a esa película. Había muchos veteranos y comentaban qué era verdad y qué no.
En ese momento de la conversación llega Atilio y después de comentarle por qué estábamos nos dijo que: “Nunca me gustó dar entrevistas, ni ir a la escuela. ¿Por qué no me gusta?, porque pienso en: ¿Cómo le decís vos a las criaturas lo que viviste? Es muy pesado y fuerte lo que vivimos como para transmitirlo”. Tiene grupos de WhatsApp con que se comunica con otros veteranos. Y hace poco recordaban el aniversario del fallecimiento del Cabo Primero Juan Guodrich. Estuvo a tres metros de ese soldado, cuando una esquirla le corta la pierna. Muere de dolor, sin recibir asistencia, porque no había nada para darle. Por ese motivo: ¿cómo se cuenta la realidad vivida en la guerra, en una escuela?
Su esposa sabe bien todo lo que ha vivenciado. Una vez le pegó un codazo porque tenia una pesadilla y soñaba que lo habían agarrado unos ingleses y quería escaparse. ¡Ella dice “hay que convivir con un veterano de guerra!”
Atilio hizo el servicio militar en el Regimiento 8 de Comodoro Rivadavia. Era Clase 63. Los incorporaron en diciembre o enero y solo esa instrucción tenían. Cuando ya se veía venir el conflicto, les enseñaron el tema de las armas, “cómo manejarlas, cómo desarmarla en el oscuro, qué hacer si se trababa”. Ellos no entendían ni sabían lo que se venía.
Un 6 de abril los llevaron en un avión Hércules desde Comodoro Rivadavia a las islas Malvinas. Estuvieron dos o tres días en Puerto Argentino y los trasladaron a la Isla Gran Malvina, a Bahía Fox o Zorro. Ese fue su destino. En un barco común fue de Puerto Argentino a Gran Malvina. Estuvo en la trinchera con Pérez. Atilio era ayudante de cocinero. Hacían guardias también, solo que el resto de soldados estaban en la primera línea. El estaba en un galpón y de noche en las trincheras de guardia. Permaneció 74 días, lo que duró el conflicto. Cada sección buscaba su comida mientras hubo. Al final terminaron comiendo cordero hervido. Su función era ayudar en la cocina, eran seis o siete soldados que cocinaban para todas las secciones, en ollas de campaña. En el galpón había una cocina de campaña que la usaban con turbas, porque no había leña. Un primero de mayo, cuando fue el bautismo de fuego se asaron corderos.
Tenía un Fal (10424 era el número de su arma). Cree que lo usó un par de veces en que disparó a un helicóptero que pasó. Su regimiento no vivenció el combate cuerpo a cuerpo con los ingleses. A ellos los bombardeaban de noche desde una fragata y de día con los aviones y helicópteros.
Cuando Argentina se rinde por una orden del Gral. Menéndez, al mediodía del 14 de junio, se ordenó entregar todas las armas. Quedaron prisioneros y permanecieron 2 o 3 días en una fragata. A ellos los trasladaron en un helicóptero desde las islas hasta la fragata. Los trajeron en un barco llamado “Norland” hasta el continente, a Puerto Madryn. Para el día del padre de 1982, aún estaban prisioneros. Los trataron bien los ingleses, en cada camarote había 4 o 5 soldados.
En Puerto Madryn los destinaron nuevamente al Regimiento 8, donde estuvieron hasta el 6 de julio. Tenia muy bajo peso y le costó recuperar el peso que tenia antes de la guerra.
En un colectivo vino hasta Córdoba y los dejaron en la terminal. En Arias el colectivo tuvo un accidente y por ese motivo el ómnibus se demoró en llegar. Cuando lo hicieron-12 y 10 de medianoche- ya había partido el ultimo que viene hasta villa Dolores. Tomaron un urbano hasta Icho Cruz. Venían 5 o 6 del Valle (Aguilera, Arévalo y otros) y siguieron caminando durante la noche. Cuando amaneció un camioncito los levantó y los llevó hasta Mina Clavero. Y desde Mina, siguieron en otro automóvil. A su casa llegó al mediodía del 9 de julio. Nadie sabia nada. Estaban almorzando y la emoción cundió.
Mediante cartas se había comunicado con su familia, mientras estuvo en las islas. Las cartas que envió desde la guerra están en un baúl, en la casa paterna. Fue muy poca la comunicación porque cuando empezó el fuego ya no se pudo enviar correspondencia. Por esas cartas su familia supo que estaba en las Islas y cuando volvió fue una sorpresa.
“Hay mucho para contar, pero son escenas muy fuertes. 74 días muy duros. Te castigaban por robar cigarrillos, una caja de leche, un pedazo de pan”. Los que estuvieron en las trincheras la pasaron muy mal, con frio, humedad y hambre. Desde el 11 de junio al 14 el combate fue cruel.
Él quiso quedarse en el ejército. Se había anotado-antes-y alguien le dice que puede continuar con la carrera. Pidió autorización para venir a ver a su madre y luego incorporarse. Como se la negaron, porque había que esperar a que le dieran licencia, determinó no quedarse. Hizo todos los trámites para ingresar a la policía y no le costó ese ingreso. A otros sí, porque en ese tiempo les decían “ahí vienen los loquitos de la guerra”. Ahora ya esta jubilado de esa profesión.
Los fríos que sufrieron ni siquiera se parecen a los actuales de Malvinas. Mira por televisión la temperatura de las islas y compara. Aguantaron 21 grados bajo cero. Con borceguíes a los que les pasaba la humedad. Por esa razón tiene problemas en sus pies, que le duelen. Ha consultado a médicos, que solo le dan calmantes.
No ha hecho terapia. Cree que es un conflicto que no debería haber sucedido. Dentro de las secuelas ya no tiene pesadillas por que toma una pastilla que lo hace dormir bien.
Su familia ha sido su contención. En especial cuando llega abril, porque el tiempo se pone similar al de Malvinas. *Quiere volver a Malvinas cuando vuelvan a ser nuestras. No quiere presentar pasaporte para ingresar a una tierra propia. Le encantaría ir, pero no así*.
Entrevista: Mary Luque
Fotografía: Daniel Murua.