Agustín Alberto González

Nació en Río Tercero. Hace 25 años vive en la localidad de las Chacras Norte.

Cuando llegó al Valle, recuerda que habían entre 20 o 30 veteranos y ahora reconoce que se fueron sumando más, como él. Antes de ingresar al servicio militar, trabajaba con su familia en el campo.

Siendo de un pueblo llamado “Los Cóndores”, cercano a Río Tercero, le tocó hacer la colimba en la Compañía de Ingenieros N° 9. Ingresó el 30 de enero de 1982, luego de recibir el certificado de presentación. De todos los compañeros de Río III, que tuvieron ese destino, sólo uno no fue a Malvinas. Y con otro, estuvo cerca.

Agustín se  presentó de remera y al otro día lo llevaron a Córdoba. Desde allí los llevaron en tren,  a Río IV, para embarcarlos en avión rumbo a Comodoro Rivadavia. Relata de esa experiencia, que lo hicieron sentados en el piso de un avión del ejército, porque iban a “montones”.

Cuando bajaron allá hacía “un frío de Dios”. Los subieron a camiones para llevarlos a Sarmiento que está cerca de la frontera con Santa Cruz, en sentido a la cordillera.

Se entera que iba a Malvinas, dos semanas antes. Para ello, hicieron una selección de los más de doscientos soldados de la compañía y quedó seleccionado. Con oficiales, eran en total alrededor de 100. Cree que los soldados eran unos 80. Era una compañía que se dedicaba al teatro de operaciones. Llevaban adelante actividades específicas como realizar posiciones de combate, campos minados, etc.. (Se emociona, interrumpe su relato y pide disculpas).

Los llevan en avión al aeropuerto. El jefe de la compañía Mohamed Seineldin fue el primero que llegó y uno de los que tomaron posesión del lugar. La  compañía donde estaba Agustín llegó al aeropuerto, en el momento que lo liberaron.

Saca unas fotografías que tenía dentro de un sobre y  las enseña. Fotos en la compañía antes de ir a Malvinas y cuando regresó. Algunas en los Altos del Río Senguer, donde les daban instrucciones de combate y otras en el lugar donde estuvieron después de volver, lugar donde según comenta: “los tuvieron un tiempito sin hacer nada”. Otras fotos son en las Malvinas. Cuando juró la bandera. Otras del lugar dónde estuvieron “galpón de esquilas”, antes de ir a Bahía Fox.

A Bahía Fox los llevaron en barco. Primero, en helicóptero hasta el Rompehielo Almirante Irizar.  De allí los transportaron nuevamente en helicóptero al Buque Bahía Paraíso, que iba cargado con muchos barriles de combustible. Entró a la bahía y quedó encallado. “Era un barco hermoso” (Se angustia).

A Bahía Fox, la describe como una estancia donde habían unas 30 casas. La casa del administrador y otras, de los que trabajaban. “Casas copadas,  modestas, inglesas”. Todas esas casas con sus ovejas sueltas ahí.

Cuando llegaron el 03 de junio, los soldados se quedaron en esos galpones y los jefes interactuaron con los encargados del lugar, razón por la cual las familias se fueron isla adentro, donde tenían otros galpones y dejaron todas las viviendas y pertenencias.

“Nosotros habíamos invadido ese lugar que para ellos, era de ellos”

Estuvieron en esas casas, aproximadamente dos semanas. Los jefes se quedaron muchos más tiempo que nosotros. Ellos se fueron a las posiciones de combate y los oficiales se quedaron en las casas. Andaban todo el día, patrullaban y volvían de noche a las casas. (Se emociona)

Cuando la situación se complicó, a ellos que estaban en la loma, no los dejaron bajar más porque en las casas habían “cosas”, y algunos compañeros las habían saqueado porque ya no había comida. El rancho de alimentos también estaba debajo de la loma y ellos controlaban todo y los que estaban en las posiciones de combate debían permanecer ahí.

Describe que Bahía Fox estaba frente al mar, de un lado había un puerto de embarque pequeño y del otro lado, estaban ellos.

Cuenta que cuando el área de comunicaciones del ejército quiso instalarse con sus equipos  para comunicarse, “dijeron: HOLA y BUM”. Se retiraron porque no funcionó. Cree que cuando se activaron las señales, bombardearon la casa dónde se habían instalado.

La función que cumplió en Malvinas, fue minar todas las entradas donde podrían desembarcar los ingleses y realizar simulacros de cañones con los tanques llenos de combustibles, tapados con champas.  Algunos lugares no fueron declarados y por ende, no fueron desactivados. No sabe si fue por falta de tiempo.

Los ingleses bombardearon esa zona, pensando que eran muchos los que se encontraban en ese lugar. Realidad que después, los llevó a asombrarse.

Su compañía no entró en combate y sólo un compañero se accidentó una pierna.

Cuando terminaron esa tarea, los llevaron en unas barcazas a un barco de desembarque y luego a otro. Grande, muy grande, en medio de la  noche. (Se emociona nuevamente). Los tuvieron como una semana. Mantenían poco trato con los ingleses. Les asignaron camarotes muy pequeños para cuatro, les brindaron los medios para bañarse y les proporcionaron comida enlatada, en la puerta de cada camarote.

En el mismo barco, la Cruz Roja Internacional tomó los datos de cada uno de ellos, como prisioneros de guerra. Eran como unos tres mil.  Los bajaron a todos en Puerto Madryn, donde los tuvieron varios días dándoles de comer.

Nos relata que todas las cartas que él había enviado a sus padres estaban en el Regimiento. Se las devolvieron. “No llegaban” no sabe por qué. En las pocas  cartas que escribió, contaba que no creía que los ingleses iban a llegar donde él estaba. Nunca lo imaginó.

La posición de combate que conformó, estaba compuesta por un sargento entrerriano, un cabo chaqueño y siete soldados. Jóvenes. Cree que el sargento tendría 30 años y el cabo 21.

Reconoce que como “soldado”, ellos eran unos y los militares, otros. Formados, con una creencia diferente a la de los soldados. Después, ya estás ahí. Y “hay que sobrevivir”. Grados más o grado menos, teníamos la misma necesidad, “sobrevivir de la mejor manera que puedas en ese momento, en la situación que te tocó”.

Sobre la relación con sus superiores la describe “rara”, pero reflexiona que después con el tiempo, uno la entiende. Compartieron mucho tiempo. Con ellos armó los pozos y sufrió los bombardeos. Había mucha discriminación, más de los suboficiales que de los oficiales. Los oficiales, los de las estrellas, tenían otra relación y el trabajo sucio lo hacían los otros. Sufrieron más discriminaciones del cabo, con quién vivieron situaciones ásperas. Igual, comenta que  cuando las bombas cayeron cerca, estaba asustado como ellos. Se daban la mano entre todos porque en cualquier momento caía una bomba en el pozo y no había dónde escapar. No había NADA. “Eso fue intenso”.

El regreso lo declama “Triste”. (Se emociona y nos dice que no creía que le iba a pegar tanto). No es fácil. Los políticos un montón de veces quieren hablar, pero después todo lo utilizan.

“Si sirve para la memoria,  vamos a exponernos”.

Después de la baja. Trabajo un poco, con su familia, que tenían camiones. Les ayudó pero siente que no hubo mucha unión. Después se dedicó, con unos amigos, a las artesanías y se “alejó de toda esa historia, casi negada”. Siente que tuvieron mucho rechazo de la sociedad.

“No se puede culpar a nadie”. “Una locura, no se puede dimensionar”. “Todo eso era como una película. Estar ahí con 18 años”.

Tuvo la oportunidad de encontrarse casualmente con un compañero de Río IV y con otro, en Córdoba. Todos encuentros casuales que le permitieron “re-conocerse”.

Cree que el trabajo que estamos llevando a cabo pueda de algún modo contribuir para reunir toda la información que está “desparramada por ahí”. Entiende que todo aquel que fue, aunque sea un ratito a Malvinas, es veterano y conforma el listado que los militares hicieron y que también,  favorece a la memoria.

Rescata como positivo “la maravilla de cómo podemos sobrevivir” a lo inimaginable, a lo impensado, a lo que  uno no tiene conciencia de lo que puede pasar.

Agradece por ser parte de la HISTORIA. Ratifica que todos los veteranos son parte. Por lo trágico que les tocó vivir, que va a permanecer en la memoria colectiva por mucho tiempo. Más de lo que cualquiera imagina.

Con el tiempo cree que esa historia se va a conocer y se van a despertar otros sentimientos más intensos.  Sobre ese espacio que es de ellos y los une a pesar de no poder estar e ir. Cree que eso va a servir para que no pase de vuelta.

Nunca pudo volver al Sur, aunque aún sueña con hacerlo.

Entrevista realizada por: María Cecilia Pérez

Fotografía: Dolores de Torres

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