Miguel Ángel Zacagnini

Miguel teme que los nervios lo dominen y no pueda contar con claridad su experiencia.

Nació en Villa Dolores, el 31 de Mayo de 1962. Y a los 7 años sus padres los trasladaron a Arroyito, porque era telegrafista de ENCoTel. Empresa Nacional de Correos y Telecomunicaciones.

Miguel nos relata que a sus 16 años, lo llevaron a estudiar a la Escuela de Suboficiales en Córdoba. Su rebeldía de la juventud hizo que sus padres lo sacaran de la escuela, lo mandaran a trabajar a la fábrica alimenticia Dulcor y con el paso del tiempo le consiguieron los requisitos para que entrase a la Escuela de Suboficiales. Egresó de ella a los 18 años, en Diciembre de 1980, cuando sus padres ya se habían trasladado a Río III.

Estuvo 36 años de servicio en Fuerza Aérea, de los cuales 2 años estuvo estudiando en Córdoba y 34  desempeñándose en Comodoro Rivadavia. Durante su formación vivió 6 meses en Haití conformando las Misiones de Paz.

Con 18 años, en 1981, llegó a Comodoro Rivadavia destinado por las Fuerzas Aéreas. Teniendo el grado de cabo – Primer Grado de Fuerza Aérea- continuó en 1982, y con 19 años cruzó a Malvinas conformando la artillería antiaérea. Sobre ello expresa:

“Era nuevito”. “Tenía la misma edad o un año más, que los soldados”.

Antes que comenzara el conflicto Miguel trabajaba con los aviones que estaban destinados en Comodoro para ponerlos a funcionar. Eran los Pucará y concurrió a una capacitación planificada en FAdeA, en Córdoba.  (Fábrica Militar de Aviones) El curso duraría dos meses pero el 02 de abril, cortaron el curso y los enviaron a sus respectivas  unidades -en Comodoro Rivadavia-, prestos a cruzar a Malvinas. Ese mismo 02 de abril, cuando se enteraron que las Fuerzas habían recuperado las Islas Malvinas, los aviones que estaban para armarse, lo hicieron de un día para el otro, comenzaron a ponerlos operativos para poder utilizarlos.

Recuerda que Perú, durante el conflicto, fue un País que les prestó mucho apoyo con aviones y misiles y fue un oficial peruano, quien les dio el curso sobre unos misiles, ya iniciado el conflicto. Una vez finalizado, les dijeron “prepárense” y salieron desde Comodoro a Malvinas – en un Hércules – por la noche. En su caso, conformando la artillería antiaérea (AAA) con esos misiles, para tirar a los aviones.

Considera que en Comodoro “se nucleaba todo” (el personal que iba Malvinas, los alimentos, material bélico…etc.).Desde allí fueron a Malvinas los primeros días de mayo. Describe: “Se cruzó cuando se pudo”. Lo hicieron a vuelo rasante al mar, eludiendo los aviones ingleses que podían derribarlos.

Llegaron a Puerto Argentino a oscuras, donde pasaron una noche, en un lugar llamado “Casa de Piedra”. Recuerda que esa noche no escucharon nada del cansancio que tuvieron. Y al otro día cruzaron hacia Darwin- Pradera del Ganso, donde  estuvieron apostados en carpas.

Relata que en Darwin está el cementerio militar dónde se sepultaron a los combatientes que murieron en las Islas Malvinas.

Refiere que entre el personal de Fuerza Aérea y Ejército fueron allí, alrededor de 1000 personas. Cuenta que tenían enfrentamientos todos los días. Salían en helicóptero con los misiles a hacer cobertura y los dejaban en los cerros para ver si venían a atacar los aviones ingleses. “Así pasaban todos los días”. “Soportando frío, comiendo poco y nada y sin dormir”… “uno se dormía por cansancio”…. También rescataban de los barcos de prefectura atacados por los ingleses, las cosas que se podían recuperar.

Al  momento del desembarco de los ingleses, en Bahía de San Carlos, lo hicieron en helicópteros y por tierra. Recuerda que les tiraban con cañones desde unos lanchones… “nos tiraban a la distancia”“no sabíamos dónde caían las cosas”, “no había dónde refugiarse”. “Tuvimos suerte de venir con vida”. Cuando los atacaron y los arrinconaron en Darwin, se reunieron, el oficial más antiguo de las Fuerzas Armadas con un oficial inglés para firmar el cese de fuego. “Era una posible rendición”.

Hicieron guardia esa noche. Al otro día les informaron de la rendición, dejaron todo el armamento y los tomaron prisioneros. Los colocaron dentro de un corral donde esquilaban las ovejas y en esa zona -sobre los techos- habían colocado prisioneros de guerra para que los aviones argentinos no atacaran.

Allí permanecieron “casi una semana”, custodiados por los gurkas nepaleses. Luego los trasladaron a San Carlos donde permanecieron prisioneros tres días más. El lugar “era como un frigorífico que no estaba en funcionamiento”. En sus paredes permanecían incrustadas “dos bombas nuestras que no habían explotado”, delimitadas por unas cintas rojas que impedía el acercamiento. Eso fue a fines de mayo “Yo cumplí años estando prisionero ahí”.

Desde ahí los llevaron, en lanchones, hacia el buque inglés Norlands Hull. Buque turista que utilizaron para la guerra pero que era de transporte de pasajeros. Describe que tenía varios pisos y que ellos ingresaron por sus escotillas que estaban al nivel del mar. Los embarcaron para llevarlos hasta Montevideo, Uruguay. Los ubicaron en camarotes de a 4 personas. Dos dormían en cuchetas y otros dos en el suelo. “Yo como era nuevito…en el piso”.

Navegaron por 5 días, mientras que todavía no se había rendido la gente de Puerto Argentino, desconociendo en ese momento el destino final.

Cuando ingresaron al buque les tomaron los datos e hicieron un listado por orden alfabético. Salieron del buque respetando ese listado, por lo que él fue uno delos últimos en salir por su  apellido. En el Puerto de Montevideo los esperaba la Cruz Roja Internacional mientras  iban tildándolos en ese listado a medida que pasaban. Allí los ingleses se desligaron de su responsabilidad, sobre ellos. “Ahí nos liberan”.

Miguel esgrime que el trato de los ingleses fue bueno, mientras nadie quisiera relevarse. “Toda la rendición fue en buenos términos”.

Los esperaron dos buques de la Marina Mercante: Piloto Alsina y Mihánovich, que fueron quienes los trajeron hasta Puerto Río Santiago.

Miguel nos cuenta, que si bien llegó sano, “vino muy alterado” producto de haber navegado en ese buque y el movimiento del mar. Refiere que muchos de sus compañeros se descompusieron. Incluso cuando llegaron a tierra firme seguían percibiendo es movimiento. Sumado a eso la guerra, la incertidumbre de saber hacia dónde iban –porque sabían que a algunos pilotos los habían llevado a la Is. Ascensión… Enfatiza… “…Pero bueno, parte de la guerra”!

Cuando volvieron a Río Santiago, micros de la Fuerza Aérea los llevaron a la Escuela de la Fuerza Aérea de Ezeiza, les dieron ropa limpia para cambiarse y les hicieron chequeos médicos y psicológicos. Luego volvieron a las unidades donde les dieron 15 días para ir a ver a sus familias. Miguel volvió a Río III a ver a sus padres, quienes se enteraron que él había estado afectado al conflicto, cuando pudo contactarse desde Bs. As., con ellos. “El reencuentro fue fuerte”.

De vuelta en las unidades, volvieron cada uno a su trabajo. Vivió en el casino de Suboficiales hasta que se casó.

Miguel manifiesta que… Fue una experiencia que nunca me la hubiera imaginado. Tuvimos instrucción en la Escuela”…pero… ”Uno puede tener toda la instrucción que quieras pero estar ahí, frente a frente, es otra cosa”. “Uno puede conocer todo, pero el enfrentamiento, el ruido de las bombas, ver gente  herida, pasar hambre, pasar frío, ser prisionero…  todo lo que se vive ahí, uno no lo tiene aprendido.”

Finalmente exclama: “Se vive ahora con eso”. Si bien en una época concurrió a un psicólogo admite que no lo puede olvidar. Nos cuenta que si bien tiene ese recuerdo y lo lleva grabado,  trata de disfrutar de la vida.

Se casó a los 22 años, y se separó después de 12/13 años de convivencia. Tuvieron tres hijos que viven actualmente en Córdoba. Volvió a formar pareja con quien vive hace más de 20 años. Se ríe y dice “¡Me soportan!” “Es una cuestión de entendimiento”. “Pero eso ya está superado.”

Cree que haber vivido la guerra lo ayudó a madurar un poco más como persona, a ser más  responsable.

Con los compañeros de Comodoro guarda muy lindos recuerdos. Sus amigos están todos allá. Se juntaban frecuentemente. Desfilaban. Participaban de la vigilia a la que denominaban “Guardia de las estrellas” porque se hacía en el puerto y se tiraban cañonazos al aire por la noche.

También supo recibirlos en su casa. Siente que allá dejó mucha gente conocida y querida.

Su señora es oriunda de Río Gallegos y venían todos los años a Villa Dolores a veranear. Y realizaban 1850 km para hacerlo, situación que los hizo replantearse la decisión de  venir a vivir nuevamente al Valle. Finalmente encuentran una oportunidad en San Pedro donde están reconstruyéndose una casa. En el Barrio San Sebastián. Zona rural.

Valora en la actualidad, ir a  hablar a las escuelas, porque entiende que es importante que el relato de la guerra siga vivo. “Es lo último de la historia del conflicto”. Siente que la sociedad no es tan nacionalista, siente que recuerdan a Malvinas el 02 de abril, fecha del desembarco, o el 1° de Mayo, con el Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea Argentina.

MALVINAS ES SIEMPRE, PORQUE MALVINAS ES DE TODO EL PAÍS

Piensa que ellos,relatando sus historias, lo vivido, devuelven a la sociedad lo que ella también, hizo por ellos, en aquel momento. “Los apoyó, mandó cartas, alimentos, empeñaron joyas…”.

 Entrevista: María Cecilia Pérez                            Fotografía: Dolores de Torres

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