Valeriano Manuel Andrada

 Valeriano Manuel Andrada. Suboficial Segundo. Armada. Destrucor Hércules. Nació el 15 de diciembre de 1949. Vive en Villa Dolores

  Nació en Candelaria, de la provincia de San Luis, a 80 km de Villa Dolores.

En 1962, cuando terminó la escuela primaria, su pueblo no tenía secundario. Supo que podía estudiar en la Escuela de Mecánica de la Armada Argentina. Cuando tenía 13 o 14 años, se preparó para ingresar y se inscribió. Se trasladó a Buenos Aires, con todo lo que eso implicaba: estar muy lejos de su familia. El viaje, en ese tiempo “era un calvario”, ya que viajó de Candelaria a San Luis en colectivo-por camino de tierra-. Se podía continuar el trayecto viajando por ferrocarril hasta Milagros, de La Rioja, de ahí a Córdoba capital y seguir hasta Buenos Aires. Con 14 años viajó todo ese recorrido solo y un amigo de sus padres-con quien se comunicaron por carta-lo esperó en Retiro. Allí lo recibieron quienes cumplieron con él un rol de padres: Domingo Falutti y Nora María, que estaban trabajando en aquella provincia, pero eran oriundos de Candelaria.

Domingo lo llevó cuando tuvo que rendir el ingreso. Se quedó una semana en la ESMA. Allí cambio radicalmente su vida, porque de vivir en el seno familiar paso a estar dentro de un régimen militar, donde solo recibía y debía cumplir órdenes, que no tenían nada que ver con el maltrato sino con la disciplina. Disciplina necesaria para conducir a mil jóvenes que tenían entre 14 y 19 años, que es la edad posible para ingresar.

Su examen salió muy bien porque en Candelaria lo había preparado el director de la escuela primaria-Aristóbulo Gatica-. Después de los exámenes regresó por el mismo camino a su pueblo. Al cabo de un mes le notificaron que no había sido aprobado. Pero como él había conocido el edificio de la Armada “se había enamorado de ese lugar”, que tenia de todo: pileta de natación, talleres, todo lo necesario para estudiar y tener un porvenir. Por ese motivo se volvió a inscribir a los quince años.

Tuvo que presentarse el 1 de agosto de 1965 en Mendoza, en una delegación que posee la Armada en esa provincia. Se presentó a rendir y salió bien y debió ingresar a estudiar en octubre de ese año. Los llevaron a Núñez-de Bs As- y al otro día a la mañana los embarcaron en un BDI-lancha-para ir a la Escuela de Marinería-, que estaba en la Isla Martin García. Fueron dos lanchas llenas de chicos, muchos de los cuales se descomponían con la navegación. Desembarcaron, entraron a la escuela. Fueron provistos de todo lo que necesitaban: calzado, vestimenta. Durante ocho meses hicieron un curso de acuerdo a la especialidad elegida por cada uno. Rindieron nuevamente para hacer una equivalente y ahí les proveyeron de una lista de carreras a seguir. Debian elegir tres oficios. De acuerdo al nivel obtenido, ingresaban a una de las elegidas. Él eligió electricidad, aeronáutica y sastre. Ingresó en la primera que había elegido. A partir de ese resultado, fueron separados y cada uno comenzó con su especialidad. Ese curso duró seis meses y lo aprobó. Tuvo su licencia y le dieron el uniforme. Visitó a su familia durante treinta días.

Le dieron el pase a Puerto Belgrano y fue a una escuela de electricidad. En junio de 1966 ya ingresó a un barco con la especialidad estudiada, a la Fragata Piedra Buena-una embarcación de noventa metros- fabricada en los Artilleros de Rio Santiago, de nuestro país. Fueron destinados a Ushuaia. Les agarró un temporal-como bautismo- pero la embarcación resistía cualquier picado en el mar y el 20 de junio juró la bandera. Regresaron a Puerto Belgrano y estuvo cuatro años en ese barco.

Después se fue de pase al Rompehielos San Martín y estuvo en la Antártida, donde estuvo dos años. Estuvo en otros barcos: el Thomson, luego tres años en una lancha que se fabricaba en Alemania-por lo que estuvo radicado un tiempo allí y después lo destinaron al Hércules y pasó un par de años en Inglaterra, desde 1976. Es decir que tuvieron una preparación de los ingleses. Quedó en el Hércules durante doce años. En medio de toda esta capacitación: formó su familia, tuvo hijos.

En 1982 empezó a notar movimiento en el barco, les dijeron que el barco debía estar a punto, en especial la parte de propulsión en donde él se hallaba. Eso significaba que en 48 hs podían salir a navegar por lo que todo lo de adentro debía estar en condiciones para zarpar. Pensaron que tal vez se estaba gestando un golpe de estado. Con los días esa preparación debía estar para dentro de 24 hs y luego para dentro de 12 hs. Cinco días antes de que se iniciara el conflicto ya no los dejaban salir del barco, no se podían comunicar con la familia. Ya era suboficial, tenia 32 años.

Un día el barco zarpó-cree que fue el 31 de marzo- que tenía una tripulación de 180 personas. A su vez iban embarcando personas que no eran de ahí y los iban ubicando. Cuando zarparon nadie sabia donde iban, ni siquiera el comandante. El giro compas determinaba que estaban yendo hacia el sur. A la siesta hubo formación de toda la tripulación en la cubierta y el comandante abrió un sobre ante ellos y les dijo “he recibido una orden de que vamos a recuperar las Islas Malvinas”. Manuel desde niño se educó sabiendo que nuestras Malvinas habían sido robadas, que eran nuestras, por eso “desbordaban de alegría todos”, cuando recibieron la noticia. De la misma forma reaccionó la ciudadanía en Plaza de Mayo. Con la diferencia que ellos conocían el poder bélico de los ingleses. Por eso pensó “No va a ser fácil la cosa”. Pero “la algarabía, no se las sacaba nadie”

Siguieron navegando y tenían como función:  la protección aérea del portaaviones y la submarina, que cumplieron el Hércules y el barco Trinidad. Llegaron el 1 de abril, a la noche, a la zona. Se emociona relatando lo que fue ver a las Islas. Se llevó a cabo la operación, donde sufrieron la baja del capital Giachino. Después-hasta que los ingleses llegaron- desde nuestro país era “una ida y venida de soldados y material necesario para mantener la recuperación”. En este punto reconoce la colaboración del hermano país-Perú-que hasta mandó aviones. No hubo acuerdo diplomático que permitiera evitar el conflicto, para no tener perdidas de vida. Vivenciaron momentos difíciles porque desde el 1 de mayo tuvieron ataque de parte de los ingleses y ya el 2 de mayo hundieron el Crucero Gral. Belgrano en un lugar que había sido determinado como zona fuera del conflicto, que no fue respetado por el enemigo. Describe la sensación de estar sobre un barco que navegaba en espacios donde en cualquier momento era atacado. Cuando corrió el rumor del hundimiento del Gral. Belgrano y que a la noche les confirmaron, fue una noticia que los entristeció porque tenían amigos en ese barco. Eso les dio valor para combatir contra quien hizo ese atropello.

Pasaron los días y la flota de mar-que custodiaba al portaaviones- debió acompañarlo a Puerto Belgrano por fallas técnicas. Ahí les pasó algo raro. El Hércules pierde una hélice porque choca con algo abajo que provocó un cimbronazo tremendo. Pensaron que podía ser un torpedo, sonaron las alarmas. Cada uno fue a su puesto de combate, pero luego no pasó nada. En ese lugar no había piedras. Después se supo que en esa zona había estado un submarino inglés, que había entrado desde Chile-que era aliado de los ingleses-. Parece que pasaron encima del submarino, muy silencioso.

Ellos tuvieron la suerte de no sufrir bajas, pero reconocen que en otros espacios la perdida de vidas fue dolorosa. Otro barco-el submarino Salta-estuvo 48 hs metido bajo el agua y la flota inglesa les estuvo tirando bombas de profundidad. Se mantuvieron abajo y se salvaron.

Terminada la guerra les dio mucha tristeza porque la sociedad no reconoció lo que ellos habían hecho. Para ellos tiene un valor increíble haber recuperado las islas en ese tiempo. Confía en que un día sean recuperadas pacíficamente. El reconocimiento vino con una pensión y una obra social. Manuel tiene fe que un día llegará ese reconocimiento, que reciban mejor trato como veteranos de guerra que son. Desea que la gesta no se olvide y que se motive a los chicos desde la escuela primaria: que las Islas Malvinas son nuestras.

Sabe que puso todos sus conocimientos para que ese barco cumpliera la función para la que fue creado. Por ese motivo esta feliz de haber puesto su granito de arena cumpliendo con su deber.

Cuando terminó la guerra se fue de pase durante tres años en una escuela, en Necochea, luego a un liceo y volvió al Hércules durante cinco años. Terminó siendo instructor en la Escuela de Mecánica de la Armada, después estuvo en la Escuela Naval de Rio Santiago y se retiró en el año 2000. Desde entonces reside en Villa Dolores, porque su esposa era de esta ciudad.

Entrevista: Ailín Pereyra Luque

Fotografía: Francisco Beato

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