Raúl Vílchez, nació en 1961 en Villa Dolores, donde reside
Nació en Villa Dolores. Hizo el servicio militar en el Regimiento 8, en Comodoro Rivadavia. Su unidad se alistó para una supuesta guerra, que no sabían cual era el destino: podía ser Chile o Malvinas
El 15 de febrero se suspendió un franco porque había una orden cerrada. Significa realizar ejercicio de adiestramiento, dormir con las armas, mochila, cargadores, tener todo lo necesario para salir lo más pronto posible. Por la cercanía del Regimiento con Malvinas, fue el primero que llego a las islas. El Regimiento 8 fue de los primeros no profesionales que llegaron al lugar, después de haber sido recuperadas por los militares de carrera. Fueron en calidad de relevamiento, que duraría unos dos meses. Todavía no se hablaba de una guerra. La tarea era relevar a quienes ya estaban y quedar custodiando las islas. Llegaron el 6 de abril y en un primer momento estuvieron desembarcando pertrechos de guerra: cañones, balas, municiones.
Desde que llegaron su tarea era salir al campo, preparar pozos zorros para defender la posición. Uno de otro estaba distantes a 400 metros. La idea era que si recibían un ataque feroz de los ingleses debían retroceder hacia el otro pozo. Sufrieron la incertidumbre -al principio- porque no se sabia qué iba a pasar, si habría guerra o no. Sufrían el frio, el hambre y el miedo. Continuaron custodiando las islas. A finales de abril ya la flota británica estaba cerca de las islas.
Estuvo en Puerto Argentino poniendo minas y luego lo trasladaron a Bahía Zorro que fue su destino. Era una posición alejada de Puerto Argentino, por lo que no llegaba abastecimiento. Les llegó una ración de un chocolate que lo dividieron entre ocho soldados y un cigarrillo para cada uno. Vivian en la inseguridad de cómo seguiría el conflicto. Recibían los ataques ingleses en forma diaria. Desde las 6 de la mañana hasta el atardecer: pasaban aviones de combate que lanzaban sus bombas. No sufrieron bajas debido a lo bien camuflados que estaban sus trincheras. Cuando bajaba el sol en las islas, los barcos ingleses se acercaban y bombardeaban hasta las 6 de la mañana
En Bahía Fox, su regimiento tuvo pocas bajas. Una de las bajas la tuvieron con la patrulla de avanzada, que son ocho a diez soldados-entre ellos oficiales y suboficiales- cuya misión era salir a localizar si llegaba la flota enemiga que venía a atacarlos. Encontraron una casa vacía, se resguardaron ahí. Se cuenta que la guardia se durmió y se incendió la casa, otros dicen que los ingleses incendiaron la casa. Murieron varios soldados en esa ocasión. Otros murieron al pisar una mina cuando estaban transitando con un tractor por un campo minado. Llevaban un acoplado y fallecen dos soldados y un suboficial queda herido porque tenia afectada la pierna de la rodilla para abajo. Debieron llevarlo a enfermería. Allí no había elementos de cirugía ni anestesia, por lo que se debió amputar la pierna con una sierra. Por ese motivo le da un paro cardiaco y fallece en esa operación recibida de ese modo. Ese suboficial era el cabo primero Juan Guardia, de Rio Cuarto. Era un voluntario que había hecho el servicio militar el año anterior y decidió quedarse para participar del conflicto.
Después de eso reciben la orden de estar preparados para un posible desembarco de los ingleses a la madrugada-. Se oyen dos helicópteros que largan bengalas- “se hace la noche de día”- para detectarlos a ellos, que no tenían orden de enfrentarlos. Se guardó silencio y debían ver qué actitud tomaban los ingleses. Al rato se retiraron y no hubo el desembarco del que se hablaba.
Sí hubo desembarco en Bahía, pero lograron repelarlos con la ayuda de aviones argentinos que bombardearon la zona y los ingleses se retiraron. Fueron las dos veces que intentaron desembarcar y no pudieron.
Una noche fueron a los galpones donde había comida para tener con qué alimentarse, ya que varios de ellos habían bajado entre 18 y 20 kilogramos por la falta de alimentación. Al otro día se hace el control y resultan castigados cuatro de los doce hombres de la sección. Se los obliga a estar en posición de firmes sin el casco y sin fusil frente a la bandera. El clima de Malvinas era muy frio, porque también se acercaba el invierno. De los 74 días que permanecieron en las islas, solo tres días vieron el sol. Lo común eran nevadas, heladas y llovizna continua. Por el frio de las islas un oficial los hace resguardar-a los castigados- en la pared de enfermería y luego les alcanzan la comida que no habían comido los enfermos. Entraron desesperados a comer. Había una bolsa con batatas y calefacción por lo que se quedaron un rato ahí. En esos momentos pasó un helicóptero ingles que ametralló el lugar donde habían estado haciendo guardia.
Desde que llegaron, todo el día estaban esperando el ataque inglés, minando el terreno y haciendo guardia por turnos. Su primer guardia le tocó en Semana Santa, a la madrugada de domingo de Pascua. La pasaron tirados en el suelo, porque estaban cavando los pozos y esas dos horas que estuvieron haciendo la guardia, sobre el suelo, boca abajo, con el frío que hacía. La comida era escasa. Al principio recibían una ración por día, que consistía en una sopa con fideos. En algunos lugares tuvieron suerte-por estar cerca del ganado- porque salían a cazar y comían ovejas, pero no fue así con ellos, porque estaban en un sector de cerro.
Una vez por semana bajaban del cerro al poblado de Bahía Fox, ahí les daban comida y se aseaban. Bajaron solo diez veces y ocho de esas veces tuvieron alerta roja-que significaba ataque de aviones en el lugar-. Por ese motivo tomaban la comida y salían corriendo a buscar una roca o la protección en los pozos. Otra vez oyeron que los sobrevolaba un avión y como había neblina lo atacaron. Después se enteraron que era un Hércules que les traía comida y que por el ataque recibido se fue inmediatamente. Alcanzó a largar algo de comida y correspondencia y por eso supieron que era un avión propio.
Cuando llegaron a Malvinas el Regimiento hizo que enviaran a sus familiares una carta comunicando esto. Al principio-ya en las islas-estuvieron incomunicados. Conserva cartas que escribió y le mandaron.
Cuando se termina la guerra, unos días antes habían escuchado una radio uruguaya, donde decían que “había un cese del fuego, pero no se hablaba de rendición”. El 15 de junio un oficial sube al lugar donde estaban y les comunica que ya no se combatiría más, que cuando llegaran los ingleses, debían entregar las armas. Les pidieron que antes de entregarlas le rompieran el cargador. En las revistas que cubrieron la entrega de armas se decía que había armas inutilizadas, era porque ellos las habían roto. Luego estuvieron bajo la órbita de la Cruz Roja Internacional. Allí tuvieron oportunidad de bañarse, ponerse ropa limpia y de alimentarse.
Ese 15 de junio llegó la flota inglesa y les piden a todos que bajen al poblado. Los llevaron en helicóptero a un barco de los ingleses y luego en otro los trajeron al continente. En su caso lo bajaron del helicóptero, porque al haber estado en primera línea los ingleses les hicieron que marcaran donde habían puesto minas y las trincheras. Se quedaron una semana y una mañana fueron con los ingleses y les mostraron las posiciones donde estaba minado. Había temor porque se decía que a los prisioneros los mandaban a caminar sobre el territorio, pero no fue así. Había gente especializada que hacia detonar las minas que señalizaban ellos. Otra tarea fue tapar las posiciones y arreglar lugares del poblado donde habían caído bombas. El 20 de junio se les permite hacer una ceremonia frente a la bandera, sin que supieran los ingleses el motivo y pudieron festejar el día del padre
Fueron trasladados a San Carlos, donde estaba todo destruido por bombas inglesas. Los dejaron en una cámara frigorífica donde había unos treinta soldados, custodiados por los ingleses. Luego llegaron otros soldados prisioneros. Como ya no cabían todos fueron dejándolos en carpas de los ingleses. Una de esas noches se corta la luz y alguien grita: ¡Epa! Y oyen que la guardia inglesa que los custodiaba prepara el cargador. Enseguida volvió la luz y nadie se había movido para revelarse. Los ingleses les explicaron que durante la guerra éramos sus enemigos, pero que mientras fueran prisioneros los debían respetar como personas. La Cruz Roja controlaba que ese buen trato se cumpliera.
Lo trasladan luego al Buque Saint Edmund y les contaron que los usaron como escudo de guerra, por si Argentina volvía a tacar.
A la semana notan que el buque empieza a andar, se corría el rumor que al ser los últimos prisioneros los llevarían a Inglaterra. Pero ese rumor no se cumplió. Llegaron a Puerto Madryn, de allí a Trelew y luego a Comodoro Rivadavia en avión. En ese avión viajaba un hombre de Villa Dolores que después contó en nuestra ciudad que ellos estaban vivos y que ya regresarían.
Por haber estado castigados en Malvinas por robar comida, en el Regimiento los ponen en el calabozo. Pero a los dos o tres días los liberan y ya les dieron la baja.
En tres o cuatro colectivos viajaron a Córdoba desde Comodoro Rivadavia. Desde Córdoba, vino con Tito Delgado y con Salvatierra. Ellos se vinieron esa misma noche, porque habían llegado a la madrugada. El esperó al colectivo primero que salió al otro día y llegó a su casa el 7 de agosto de 1982. Fue a la policía a hacer firmar un documento de veterano hasta tener la baja
Desde que volvió trató de hacer su vida normal. Otros compañeros no pudieron porque tuvieron que afrontar problemas psicológicos. Entre ellos mismos-los veteranos- se apoyaban cuando esto sucedía. El peor enemigo fue la desmalvinización. Lo quiere denunciar: cuando salían del regimiento les dijeron que no hablaran de Malvinas, que estaban bajo bandera y podían ser castigados si lo hacían. La primera desmalvinización se hizo mediante las Fuerzas armadas, luego durante el gobierno de Alfonsín.
Les costó encontrar trabajo. En su caso se fue a estudiar a Córdoba profesorado de Educación Física, pero no logró entrar porque se cubrió el cupo que había. Tuvo una espacie de año sabático. Luego entró a estudiar en Rio Cuarto, que no tenía cupo. Estudio y trabajo en la Rioja primero y luego en el profesorado de Villa Dolores. Se ha jubilado hace poco tiempo. Está casado y tiene dos hijos.
Entrevista: Ailín Pereyra Luque
Fotografía: Eduardo Chavero