Leopoldo Alberto Romero
Nació en San Vicente el 6 de diciembre de 1963, hijo de Leopoldo Romero y Ramona Olmedo siendo Alberto el quinto de nueve hermanos.
Fue a la primaria en San Vicente hasta cuarto grado, luego se mudó a Los Callejones y ahí hasta quinto y sexto. En séptimo abandonó la primaria para ayudar a su padre con el trabajo.
Cuando cumplió los dieciocho años viajó a Córdoba, luego fue a sorteo y luego de varios días de haber vuelto a Traslasierra recibió la llamada para presentarse al servicio militar el 1 de febrero de 1982. No sabía dónde lo iban a destinar pero cuando lo destinaron a Comodoro Rivadavia creyó que eso era en Mendoza, recién en el vuelo se enteró que a donde iría sería a Chubut, mucho más lejos de casa.
Al llegar le cortaron el pelo y le dieron el uniforme, luego empezó con instrucción en orden cerrado por un mes y después los pasaron a hacer instrucciones de campo a 5 km de Comodoro Rivadavia. Estuvieron un mes haciendo prácticas militares, aprendiendo estrategias, manejo de armas, también un ejercicio muy común era que le daban un mensaje para llevar a 300 mtrs con el objetivo de no caer “prisionero” en ese tramo porque si lo hacían los torturaban con picana para entrenarlos a no hablar a pesar de o que les pasara. Otro ejercicio más era que los obligaban a hacer cuerpo a tierra sobre las espinas, el cuerpo completo, les decían que dejaran que las espinas se hicieran parte de su piel,y así fue, por años Alberto tuvo en su piel algunas de estas espinas.
Cuando designaron los puestos a él le tocó en la compañía A en la sección de apoyo con un mortero.
En la mañana 2 de abril de 1982 se enteraron de que los ingleses habían tomado Malvinas, y les comunican que van a ir a la guerra, aunque Alberto no sabía lo que significaba guerra, nunca había siquiera visto una película de guerra, pensaba que iban a cazar, a ir al campo a entrenar un poco más a lo sumo. Entre el 4 y el 6 de abril los llevaron en avión a la isla, hasta Puerto Argentino donde pasaron la noche en el aeropuerto y al día siguiente en helicóptero los trasladaron a Bahía Fox. Apenas llegó tuvo que hacer posicionamiento, haciendo un hueco de tres por tres metros, camuflados con tela y sobre todo mucho pasto y turba, pero estaba mal hecha por lo cual se tuvieron que mover y hacer otra posición diferente, pero esta también estaba mal, hasta que pasaron a hacerse una tercera posición donde permanecieron ahí.
Llovía muy seguido y se filtraba mucha agua con lo cual siempre estaban empapados y hacía mucho frío. Con lo que encontraban se arreglaban para comer, Alberto era quien cocinaba para el grupo y con una lata de dulce de batata se inventó una sartén, con una lata de coca cola y una lapicera hizo un mate, todo con cosas que un compañero suyo encontraba cerca de donde estaban. su grupo tenía muy buena relación con el cabo, este los dirigía, los mantenía siempre en movimiento, en alerta, les hacía calentar agua en los cascos para lavarse la cara. Con los días empezaron a robar ovejas, Alberto era el encargado de distribuir la comida entre ellos por lo cual con una oveja podían comer durante días. Por otro lado, todas las noches tenían bombardeos que les tiraban desde los barcos y se tenían que quedar fijos en sus posiciones dado que estaban cubriendo esa bahía para que los ingleses no pudieran desembarcar ahí, pero tenían que ser muy cuidadosos con cuando tirar fusiles porque si no iban a descubrir su localización.
El 14 de junio los toman prisioneros los ingleses, primero los llevan a un matadero de ovejas donde les hacen pasar la noche ahí, y solo podían llevar su ropa con la mochila que tenían, luego los cargaron en una lancha para llevarlos a un barco inglés donde primero los revisaron y luego los mandaron a los camerinos. El trato arriba del barco ya era diferente, aunque si bien en su habitación no tenía agua para tomar ni colchón por lo menos estaba seco y no pasaba frío y si les daban comida y cigarrillos. El 21 de junio llegaron a puerto Madryn donde desembarcaron e inmediatamente subían a un colectivo que los llevaba a una base de ejército donde se juntaron todas las compañías y se embarcaron a Comodoro Rivadavia donde pudieron bañarse y comer. Estuvo un tiempo siendo camarero de suboficiales, atendiéndolos hasta que volvieron en colectivo de Comodoro Rivadavia a Córdoba Capital, y de ahí volvió a Villa Dolores.
Su regreso fue muy conmovedor para él y para su familia porque hacía mucho tiempo no tenían ninguna noticia de él y fue muy grande la sorpresa y la alegría al verlo llegar.
Al volver empezó a buscar trabajo, aunque fue muy difícil porque era considerado “un loco de la guerra” y como a muchos más se les cerraban las puertas. En un momento también intento entrar en la policía, pero necesitaba la constancia de séptimo grado que tampoco consiguió que nadie se la tramitara. Hasta que por fin pudo conseguir trabajo con los tractores y ahorrar plata para luego vivir nueve meses en buenos aires hasta que decidió volver y trabajar en las papas donde conoció a Norma su actual esposa. Se casaron en 1987, y construyeron su rancho, pero pronto aparecerían las dificultades económicas por la crisis a nivel país. Tuvo muchos trabajos en el campo, de albañil, y con fiados para mantener a su familia y pudo ir construyendo de a poco su casa. Luego de estar trabajando por muchos lugares pudo hacer una temporada de papa y pagar sus deudas. En la misma época empezaron a cobrar los veteranos un mínimo sueldo con el cual pudo comprarle ropa y zapatillas a sus 6 hijos e hijas. Con el paso del tiempo pudo conseguir más estabilidad para él y su familia.
Con el paso de los años aun los recuerdos de la guerra están muy frescos y las emociones que le genera el ver películas de guerra o escuchar fuegos artificiales en las fiestas y sobre todo el 2 de abril son muy fuertes, conmovedoras y toca fibras profundas del el como de tantos otros.
Entrevista: Marisol Yelamo
Fotografía: Yony Chavero